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  EL CUERPO DE CRISTO ESTÁ EN LA TIERRA
 

EL CUERPO DE CRISTO ESTÁ EN LA TIERRA

 

POR WATCHMAN NEE

 

MENSAJES PARA NUEVOS CREYENTES. TOMO TRES. CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS

 

Watchman Nee llegó a ser cristiano en la China continental en 1920, a los 17 años de edad, y en ese mismo año comenzó a producir sus primeros escritos. En casi 30 años de ministerio se demostró claramente que él era un don especial que el Señor Jesús dio a Su Cuerpo, la Iglesia, con el fin de adelantar Su Obra en esta era.  En el 1952 Watchman Nee fue encarcelado por el gobierno comunista y permaneció en presión hasta su muerte en 1972. Sus escritos siguen siendo una rica fuente de revelación y provisión para el pueblo cristiano de todo el mundo.

 

LA UNIDAD ENTRE LOS HIJOS DE DIOS:

 

I. CRISTO ES LA CABEZA, EL CUERPO Y TODOS LOS MIEMBROS En este capítulo trataremos el tema de la unidad entre los cristianos. Hemos visto que el Cuerpo de Cristo es una entidad visible en esta tierra. Pablo les dijo a los Corintios: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo” (1 Cor. 12:12). Pablo no dijo: “Así también son Cristo y Su iglesia”. Tampoco dijo: “Así también son Cristo y Su pueblo”. No, Pablo dijo: “Así también el Cristo”. En otras palabras, la Cabeza es Cristo, el Cuerpo es Cristo y todos los miembros son Cristo. Por eso dijo, así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo. Esta palabra nos muestra que Cristo es la Cabeza, el Cuerpo y todos los miembros.

 

Cuando Pablo vio la luz en el camino a Damasco, el Señor le dijo: “Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?”. Saulo le preguntó: “¿Quién eres, Señor?”. El Señor le contestó: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues” (Hechos. 9:4-5). Aquel “Yo” estaba en los cielos. ¿Cómo podría Pablo, quien tenía cartas del sumo sacerdote aquí en la tierra, estar persiguiendo a Jesús de Nazaret, quien estaba sentado a la diestra del Padre en los cielos? Aquí vemos la unidad del Cuerpo de Cristo. Cristo es la Cabeza, el Cuerpo y todos los miembros. Cuando Saulo perseguía a la Iglesia aquí en la tierra, el Señor no le preguntó: “¿Por qué persigues a Mi Iglesia?” o “¿Por qué persigues a Mi pueblo?”. En lugar de ello, el Señor le preguntó: “¿Por qué me persigues?”. Al perseguir a la Iglesia, Pablo estaba persiguiendo al Señor. Esto quiere decir que Cristo y la Iglesia son uno.

 

II. LA UNIDAD ES EXPRESADA EN LA TIERRA HOY. A. El Cuerpo de Cristo está en la tierra. Debido a que Cristo puede ser perseguido, es obvio que este Cristo está en la tierra. Por tanto, el Cuerpo de Cristo es algo que está presente en la tierra. Este Cuerpo, al cual 1 Corintios 12:12 se refiere con la frase así también el Cristo, existe aquí en la tierra. El Cuerpo es uno y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del Cuerpo, siendo muchos, son un solo Cuerpo. Este Cuerpo está presente en la tierra puesto que se le puede perseguir. De hecho, Saulo perseguía al Cuerpo aquí en la tierra, pero el Señor le dijo que lo estaba persiguiendo a Él. Esto significa que este Cuerpo está en la tierra.

 

Esto tiene repercusiones cruciales en muchas cosas. Si el Cuerpo de Cristo es uno y Cristo sólo tiene un solo Cuerpo, la unidad del Cuerpo no puede ser algo que se exprese únicamente en los cielos o en el futuro; tiene que ser algo que se exprese aquí en la tierra. El Cuerpo de Cristo es uno aquí en la tierra. En 1 Corintios 12 se nos muestra el Cuerpo de Cristo. Allí se nos dice: “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (v. 26). Esto nos muestra claramente que el Cuerpo de Cristo, Su Iglesia, es una entidad que existe aquí en la tierra. Si el Cuerpo estuviera en los cielos, sería razonable decir que éste se regocija, pero sería irrazonable decir que el Cuerpo sufre. Sería imposible decir que un miembro sufre en los cielos. “Si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él”. Queda claro que esto es algo que ocurre en la tierra. Sólo por el hecho de estar en la tierra, es posible que un miembro sufra, y únicamente en la tierra puede haber la posibilidad de que todo el Cuerpo sufra y sea perseguido. Por tanto, la unidad del Cuerpo de Cristo no es algo que existe en los cielos o en el futuro, sino que es algo que existe en la tierra hoy en día.

 

B. La unidad se expresa hoy en el mundo. La oración del Señor Jesús en Juan 17:21 es que la Iglesia sea una aquí en la tierra. Él dijo: “Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste”. Si colocamos entre paréntesis esta frase: “como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros”, se ve claramente que el Señor ora pidiendo que la Iglesia sea una, a fin de que el mundo crea. Si el mundo puede creer en virtud de tal unidad, entonces resulta evidente que esta unidad está delante del mundo para ser vista. El Señor oró pidiendo que el mundo crea. Esto nos muestra que la unidad es algo que se manifiesta en el mundo hoy. En primer lugar, tenemos que tener bien en claro que la unidad de los cristianos se manifiesta en la tierra y que está hoy presente en el mundo. La unidad cristiana no es algo que se manifestará en los cielos en el futuro. Por supuesto, los cristianos serán uno en los cielos en el futuro, pero la unidad cristiana se expresa y se practica sobre la tierra hoy y no solamente en los cielos en el futuro. Todos debemos entender claramente este asunto. Algunos quizás les digan a los demás: “No deben preocuparse si la Iglesia es una ahora o no, y no debe preocuparles que los cristianos sean uno o no. Cuando lleguemos al cielo, entonces seremos uno”. Estas personas están hablando acerca de algo que ocurrirá cuando el Señor aparezca. Pero lo que el Señor procura hoy es una unidad aquí en la tierra. Tal responsabilidad recae sobre nosotros. No debemos esperar hasta llegar a los cielos para ser uno. La unidad de los cristianos debe ser expresada hoy en la tierra. Esto es lo primero que debemos tener en claro.

 

III. LOS LÍMITES DE LA UNIDAD NO SOBREPASAN LOS LÍMITES DEL CUERPO. A. La unidad de la Iglesia está limitada a los límites del Cuerpo. Son muchas las personas que tienen cierto concepto acerca de la unidad. Ellas creen que siempre y cuando una persona lleve el nombre de “cristiana”, podrán ser uno con ella, ya sea que dicha persona pertenezca a Dios o no, posea la vida divina o no y sea miembro del Cuerpo o no. Pero la unidad de la cual nos habla la Biblia es la unidad del Cuerpo. La unidad que mucha gente propone hoy en día sobrepasa los límites del Cuerpo; incluye cadáveres y elementos ajenos al Cuerpo. La Palabra de Dios no aprueba esta clase de unidad.

 

Quisiera hacer hincapié en que únicamente la unidad del Cuerpo constituye la unidad de la Iglesia. La unidad de la Iglesia se circunscribe a los límites del Cuerpo y no puede extenderse más allá del Cuerpo. La unidad no implica que tengamos que ser uno con todos los que se asemejen al cristianismo o que lleven el nombre de cristiano. La Palabra de Dios no aprueba esto ni dice nada al respecto.

 

B. El trigo no es uno con la cizaña. A muchas personas les gusta citar Mateo 13. Ellas dicen que el Señor compara Su partida de este mundo con el hombre que duerme de la segunda parábola, la cual dice que su enemigo vino y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y dio fruto, apareció también la cizaña. Se acercaron entonces los esclavos del dueño de la casa y le dijeron: “¿Quieres, pues, que vayamos y la recojamos?” (v. 28). El dueño les respondió: “Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero” (v. 30). Muchos han asumido que la unidad consiste en unificar el trigo y la cizaña. Piensan que la unidad no solamente es la unidad del trigo sino también de la cizaña, pero debemos percatarnos que en este pasaje el Señor no está hablando de la unidad. Él jamás dijo que los creyentes y los incrédulos deberían entremezclarse; dijo que los creyentes no deberían matar a los incrédulos. La iglesia católica romana ha hecho exactamente eso, es decir, ellos están listos para arrancar toda la cizaña, esto es, arrancar a todos aquellos que consideren herejes. Nosotros sabemos que ellos están equivocados no solamente en los principios, sino también en cuanto a las prácticas. No sólo han arrancado la cizaña, sino también el trigo. Ellos están errados tanto en los principios que siguen como en la práctica que tienen, pues consideran que los protestantes son herejes.

 

El Señor no nos dijo que arrancáramos la cizaña de este mundo. Lo que Él dijo es que debe haber una separación apropiada en la Iglesia. Cuando la Palabra habla de dejar que ambas crezcan juntas hasta la cosecha, no quiere decir que se deba dejar que crezcan juntas en la Iglesia, sino que debemos dejar que ambas crezcan juntas en el campo, es decir, en el mundo. (En la interpretación de la primera parábola, el campo es el mundo.) En otras palabras, no es necesario arrancar del mundo a todos los cristianos nominales. No hay necesidad de matarlos, tal como la iglesia Católica Romana ha tratado de hacerlo. Debiéramos dejarlos tranquilos en este mundo. Pero, esto no quiere decir que la unidad entre los cristianos deba incluir a la cizaña.

 

1. La iglesia no incluye a los incrédulos. Hay muchos incrédulos dentro de las llamadas organizaciones, sectas y denominaciones cristianas. Tales grupos toleran a los incrédulos, es decir, permiten que la cizaña permanezca en la Iglesia. El Señor no dijo que debemos permitir que la cizaña permanezca en la Iglesia. Él únicamente dijo que permitiéramos que esta permanezca en el mundo. El Señor nos manda que guardemos la unidad cristiana en la Iglesia, no en el mundo.

 

Hoy en día, hay muchas personas que, al igual que la iglesia católica romana, no toleran la cizaña en el mundo. Ellos procuran arrancar toda la cizaña que encuentran en la tierra. Este es un extremo. El otro extremo es el de incluir a los incrédulos en la iglesia. Esto es lo que practican algunos grupos. En las iglesias estatales, siempre y cuando uno sea ciudadano de ese país o haya nacido en ese país, puede ser bautizado y ser miembro de la iglesia. Todo aquel que haya nacido en ese país es considerado cristiano en ese país. Estas iglesias han abierto sus puertas a los incrédulos. Esto está mal. Esa práctica es antibiblica.

 

2. La iglesia no debe ser muy amplia. Cuando John Wesley redactó la constitución de la iglesia metodista, escribió: “Todo aquel que desee escapar de la ira venidera puede ser miembro de la iglesia metodista”. Por favor, dense cuenta de que esto es ser muy amplio. Reconocemos que John Wesley fue un vaso muy importante usado por el Señor y nos supera en muchas cosas. Todavía nos falta muchas cosas que aprender, y él nos lleva la delantera en muchos aspectos. Pero hay una cosa que podemos decirle: “Hermano, ¿No piensa usted que una afirmación así incluye a demasiadas personas?”. En realidad, la Iglesia, EL Cuerpo De Cristo, no puede incluir a todos los que desean escapar de la ira venidera. Incluso los budistas podrían ser contados entre los que desean escapar de la ira venidera.

 

3. La unidad de los cristianos sólo incluye a los hijos de Dios. Quisiera que todos nosotros consideremos lo que es la Iglesia, EL Cuerpo de Cristo. La Iglesia es un grupo de personas que poseen la vida de Cristo. ¿Qué es la Iglesia? La Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Por tanto, la unidad cristiana se aplica únicamente a los hijos de Dios. No puede incluir a aquellos que son cristianos nominales, ya que pertenecen al mundo y todavía no han sido regenerados. A los ojos de Dios, ellos siguen siendo pecadores y no pueden estar incluidos en la Iglesia. Por tanto, no pueden ser partícipes de nuestra unidad.

 

C. En cuanto al procedimiento y el principio que debemos seguir. En cierta ocasión, un siervo del Señor de una denominación me dijo: “¡Nosotros recibimos a todos los que han sido salvos!”. Yo le contesté: “¡Por supuesto que sí! Se espera que toda iglesia reciba a quienes son salvos. Pero permítame preguntarle: ¿Rechazan ustedes a quienes no son salvos?”. Él me respondió: “Usted es muy listo; usted puede determinar quién ha sido salvo y quien no, pero yo no puedo hacerlo”. Yo asentí en silencio, pero le dije nuevamente: “No le estoy preguntando si usted sabe si una persona es salva o no; le estoy preguntando si ustedes recibirían a alguien que saben que no es salvo. No estamos discutiendo acerca de ciertos hechos, sino acerca de ciertos principios. Así pues, mi pregunta es si ustedes recibirían a alguien que saben que no es salvo”. Él me dijo: “Aun si sabemos que él no es salvo, temo que todavía lo recibiríamos”. Si una iglesia, por cuestión de principios, admite como miembro a quienes no son salvos, no es la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. No estamos hablando de hechos concretos. Por ejemplo, no nos preocupa si el Simón que se menciona en Hechos 8 era salvo o no. Son muchos los que parecen ser salvos cuando uno conversa con ellos, pero que de hecho no lo son. En este caso, no se estaría violando ningún principio. Pero hay algunos que admiten a cualquiera, sin importarles si son salvos o no. Esto involucra un asunto de principios.

 

Hoy no estamos discutiendo sobre el procedimiento que debemos seguir para recibir a los demás. Estamos hablando del principio sobre el cual nos basamos para admitir a los demás. Quizá resolvamos decir que todos los descendientes de Hwang-ti son chinos, ésta es una cuestión de principio. Pero si alguno comete el error de incluir a alguien que es japonés, esto es un error en cuanto al procedimiento. No obstante, si ustedes también deciden que una persona de origen japonés debiera ser considerada como china, están ampliando el principio. A lo largo de las eras, siempre se han cometido errores. Aun nosotros mismos nos equivocamos con frecuencia. Pedimos mucha misericordia de parte de Dios, pues no podríamos jactarnos de nada con respecto a nosotros mismos. Pero sabemos que el Señor ha establecido de antemano el principio que la Iglesia de Jesucristo, Su Cuerpo, no puede abrir sus puertas para recibir como miembros a incrédulos.

 

La Iglesia de Jesucristo la componen las personas que han sido salvas. Por tanto, hermanos, cualquier grupo que de manera abierta manifieste ejercer el principio de recibir tanto a los que son salvos como a quienes no lo son, no es la Iglesia; es el mundo. Si tanto el trigo como la cizaña están presentes, lo que tenemos delante de nosotros no es la Iglesia de Dios. En la Iglesia, todos deben ser los llamados. La Iglesia de Jesucristo la componen las personas que han sido salvas. Si algunos han sido salvos mientras otros no, lo que tenemos no es la Iglesia.

 

D. Dejar las organizaciones en las que impera la confusión. Si un grupo abre sus puertas de par en par para incluir tanto a creyentes como a incrédulos, entonces éste no es un grupo cristiano. Su unidad no es la unidad cristiana. Un día el Señor abrirá nuestros ojos para ver la necesidad de apartarse de tal grupo. Si esto sucede, por favor, tengan presente que al dejar tal grupo uno no está abandonando la unidad cristiana genuina, porque no hay unidad cristiana en ese grupo; sólo hay confusión y mixtura. Cuando uno deja esta clase de grupo, no está dejando la unidad cristiana. Si hay un grupo que recibe y mezcla a creyentes con los incrédulos, los que son salvos con quienes no lo son, ¡Dios nos manda salir de allí! 1. Somos el templo del Dios viviente. En 2 Corintios 6:14-16 dice: “No se unan en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el Templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos el Templo del Dios viviente”. Ustedes deben saber quiénes son. Ustedes son el Templo del Dios viviente. Por tanto, no pueden tener ninguna relación con los ídolos.

 

El versículo 16 continúa: “Como Dios dijo: ‘Habitaré entre ellos y entre ellos andaré, y seré su Dios, y ellos serán Mi Pueblo’”. Ustedes son el Templo del Dios viviente. Dios quiere habitar con vosotros y andar en vuestro medio. Dios es vuestro Dios y ustedes son Su Pueblo.

 

2. Salir de en medio de los incrédulos. ¿Cuál es el resultado de esto? El mandamiento de Dios es: “Por lo cual, ‘salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquen lo inmundo; y Yo os recibiré’” (v. 17). Aquí podemos ver que tenemos que salir de cualquier grupo cristiano que reciba como miembros tanto a los creyentes como a los incrédulos. Si existe una mezcla de creyentes e incrédulos en un grupo, aun cuando ellos tuviesen el nombre de la Iglesia de Cristo, nosotros tenemos que salir de allí.

 

E. Debemos estar en lo correcto en cuanto al principio. En principio es correcto impedir que los incrédulos entren a formar parte de nosotros. Cierta vez un hermano me preguntó: “¿Alguna vez ha recibido a alguien por error?”. En aquel entonces mi sentir era que no habíamos recibido a ninguna persona equivocadamente. Así que le respondí: “Quizás lo hayamos hecho, pero el número es muy reducido”. Él me dijo: “Entonces, ¿En qué difieren ustedes de nosotros?”. Yo le dije: “Si algún incrédulo está como miembro entre nosotros, éste ha ingresado saltando el muro durante la noche. Pero si hay algún incrédulo entre ustedes, es porque ustedes le permitieron entrar por la puerta abierta y a plena luz del día”. Jamás debemos ser arrogantes. Con frecuencia nos podemos equivocar. Podemos bautizar a la persona equivocada y recibir como miembro a la persona equivocada. Sin embargo, tales personas se habrán infiltrado por su propia cuenta. No es que estemos errando en nuestros principios. En la llamada cristiandad, hoy en día basta con que uno lleve el nombre de cristiano para poder entrar a plena luz del día. Esto no quiere decir que jamás nos equivoquemos en cuanto al procedimiento. Tenemos que ser cuidadosos delante de Dios para no cometer errores, pero fallar intencionalmente o estar equivocados en cuanto al principio que seguimos es algo muy distinto. En tal caso, dejamos de ser la Iglesia de Jesucristo.

F. No es necesario guardar la unidad con los que no son cristianos. Si un grupo sabe que cierta persona es incrédula y aun así la admite caprichosamente, ciertamente ese grupo no es la iglesia. No es necesario que los hijos de Dios guarden la unidad con tal grupo. Puesto que esta unidad no es la unidad cristiana, no necesitan guardarla. Se nos exige simplemente guardar la unidad del trigo; no tenemos que guardar la unidad entre el trigo y la cizaña. Hoy en día existen en el mundo muchos grupos que se autodenominan la iglesia, pero que incluyen tanto a creyentes como a incrédulos. Ellos desean mantener una mera fachada de unidad. Por favor, tengan en mente que no se nos exige guardar esta clase de unidad; antes bien, esta clase de unidad trastornará la unidad genuina. La unidad que ellos desean mantener es una unidad de la que nosotros deseamos escapar. Una vez que nos involucramos en esa clase de unidad, perjudicamos la unidad auténtica.

 

IV. LOS LÍMITES DE LA UNIDAD NO SON MÁS REDUCIDOS
QUE LOS LÍMITES DEL CUERPO.
Existe aún otro asunto muy importante en lo que concierne a los límites de la unidad cristiana. Es verdad que la unidad cristiana incluye a todos los hijos de Dios; es tan extensa como el Cuerpo de Cristo. La comunión cristiana es tan vasta como lo es el Cuerpo de Cristo, y la Iglesia de Cristo es tan grande como el Cuerpo de Cristo. Esto se nos revela claramente en la Palabra de Dios. Tal como lo hemos señalado en la sección anterior, existe el riesgo de agrandar el Cuerpo de Cristo con el fin de incluir a los falsos creyentes. Sin embargo, surge otro problema cuando los hijos de Dios guardan una unidad que es más reducida que la unidad cristiana.

 

A. La unidad cristiana es la unidad del Espíritu Santo. Quisiera que ustedes tomen en cuenta lo siguiente: el propósito de Dios no sólo es que Sus hijos sean uno, sino que ellos sean uno en el Espíritu Santo. Esto es lo que significa la unidad cristiana. Dios no dijo que podíamos poseer cualquier clase o forma de unidad. Él dijo que tenemos que ser uno en el Espíritu. A esto se debe que llamemos a tal unidad, la unidad cristiana. Esta unidad es la unidad en Cristo. A fin de guardar la unidad cristiana, tenemos que ser guardados en Cristo, en el Cuerpo y en la unidad del Espíritu. Esta unidad tiene sus propios límites; es tan grande como el Cuerpo. Por favor, tengan presente que el Cuerpo de Cristo constituye los límites de la unidad cristiana.

 

B. No guardar una unidad más reducida que el Cuerpo. Son muchos los que suponen equívocamente que todo lo que Dios anhela es que seamos uno. Sin embargo, si la delimitación de nuestra unidad no es el Cuerpo de Cristo, entonces esta unidad debe ser condenada. Si guardamos cualquier clase de unidad cuyos límites sean más reducidos que los del Cuerpo de Cristo, estaremos involucrados en lo que la Biblia llama división. Dios quiere que nosotros guardemos la unidad en el Espíritu. En esta unidad, los límites son tan amplios como el Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo delimita esta unidad. Suponga que a un grupo de creyentes le parece que todos debieran ser bautizados por inmersión. Ésta es una verdad bíblica y no tiene nada de malo. Pero supongamos que estos creyentes establecen un principio que excluye a todo aquel que no haya sido bautizado por inmersión, aun cuando tal persona sea un hijo de Dios. Si ellos hacen esto, estarán tomando una doctrina como la base de su unidad. Ésta no es la unidad en el Espíritu. Tal grupo tiene límites más reducidos que los del Cuerpo.

 

Supongamos que un hermano decide unirse a esta clase de grupo. Él tiene buena comunión con ellos y recibe mucha ayuda espiritual de parte de ellos. Pero un día Dios le hace ver que aunque estos hermanos son auténticos hijos de Dios, el grupo en su totalidad no es la iglesia debido a que únicamente acepta a quienes han sido bautizados por inmersión y se reúne con ellos, pero no acepta a los que no han sido bautizados por inmersión, aun cuando sean hijos de Dios. Cuando este hermano se dé cuenta de que ellos han rechazado a otros hijos de Dios, debe abandonar tal grupo. Él abandona dicho grupo porque el Señor lo ha iluminado.

 

Supongamos que después de cierto tiempo, otro hermano se le acerca para suplicarle diciendo: “Todos somos cristianos y todos somos hijos de Dios. Nosotros somos hermanos. Dios dice en la Biblia que los hermanos deben amarse unos a otros. No debes dejarnos. Si nos dejas, ofendes la unidad cristiana, estás causando división, y te conviertes en una secta y en una denominación”. Después que el hermano escuche esto, probablemente acuda a la Biblia y la estudie, y llegue a la conclusión de que los hijos de Dios deben ser uno y que él no debió haber dejado aquel grupo. ¿Ven ustedes en qué radica el error en este caso? El error aquí es bastante obvio.

 

C. Dejar un grupo que es más pequeño que el Cuerpo, no es quebrantar la unidad. Si uno piensa que no debe causar división, primero debe tener en cuenta qué es lo que significa causar división. Causar división significa estar dividido del Cuerpo de Cristo, Su Iglesia. La división a la que se refiere 1 Corintios 12 es la división del Cuerpo de Cristo (v. 25), no la separación de un grupo que no se conforma al Cuerpo. La unidad cristiana a la cual Dios se refiere, es aquella unidad que es tan grande como el Cuerpo. Esta es la unidad que debemos guardar y de la cual no debiéramos salir. Si una persona que se preocupa en guardar la unidad forma parte de un grupo que es más pequeño y más estrecho que el Cuerpo de Cristo, deberá darse cuenta de que aun cuando el grupo hable de unidad, esta unidad no es la unidad cristiana o la unidad del Espíritu. No es la unidad cristiana porque la clase de unidad que tiene no es tan grande como el Cuerpo. Si esta persona deja cualquier ámbito, grupo u organización que no sea del mismo tamaño que el Cuerpo, no está ofendiendo la unidad cristiana ni está quebrantando dicha unidad. Nosotros no podemos respaldar ninguna línea divisoria ni apoyar grupo alguno que sea más reducido que el Cuerpo de Cristo. Tenemos que salir de esa clase de “unidad”. Un hijo de Dios que guarda una unidad que sea más reducida que el Cuerpo de Cristo está, en realidad, quebrantando la unidad cristiana.

 

D. Con respecto a la división. Había contiendas en la Iglesia en Corinto. Algunos decían: “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo” (1 Cor. 1:12). Pablo estaba completamente en contra de estas contiendas. Él dijo: “¿Acaso fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fueron bautizados en el nombre de Pablo?” (v. 13). Él les dijo a los corintios que eran facciosos y que esto era obra de la carne (3:3-4). Los corintios eran divisivos al hablar de esa manera.

 

1. Quiénes son los divisivos. Supongamos que uno de estos corintios se llamaba Marcos, otro Esteban y un tercero Filemón. Supongamos que todos ellos estaban a favor de Pablo y que, un día, uno de estos hermanos, ya sea Esteban o Filemón, se levanta y dice: “Nosotros nos hemos estado reuniendo juntos y hemos disfrutado de muy buena comunión. A nosotros nos ha parecido que Pablo, el siervo de Dios, ha sido usado de manera muy especial por Dios y debemos prestar más atención a sus enseñanzas. Hemos tenido muy buena comunión y hemos recibido gran ayuda tanto de lo que nos ha hablado como de sus epístolas. Todos nosotros estamos en el Señor y nuestra comunión es muy íntima. Pero, últimamente, he percibido que esto es incorrecto. Hoy en Corinto hay cientos de creyentes, pero nosotros no somos muy numerosos. Debemos ir a ellos y tener comunión con ellos de una manera apropiada”.

 

Supongamos que los otros hermanos se levantan y dicen: “¡Tú has pecado! Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, Él oró y pidió al Padre que nosotros fuésemos uno. El Señor Jesús quiere que seamos uno, pero tú estás procurando dejarnos por seguir otro camino. Tú no estás siendo uno con nosotros. ¡No estás glorificando al Señor! Si tú no quieres ser uno con nosotros, el mundo no creerá en el Señor a través de nuestra unidad. Tú has pecado y tienes que salir de en medio de nosotros porque eres divisivo”. 2. Ellos mismos son divisivos, mas condenan como divisivos a aquellos que los han dejado. Hermanos, ¿Pueden ver esto? Esto es lo que muchos le dicen a nuestros hermanos. Ellos mismos causan división al decir: “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo”. Ellos mismos ya han creado una serie de divisiones, pero en cuanto alguno quiere marcharse, ellos dicen: “Debes guardar la unidad cristiana”. Pero su unidad no es tan grande como el Cuerpo de Cristo. La unidad de ellos es apenas del tamaño de Pablo. Guardar una unidad cuyos límites son más reducidos que el Cuerpo de Cristo equivale a ser divisivo. Incluso afirmar que yo soy de Pablo es ser divisivo. Por favor, tengan en cuenta que ellos ya se han separado del Cuerpo. Ellos no se percatan de que están causando división, pero si alguno los deja, ellos afirman que tal persona está siendo divisiva.

 

Hermanos y hermanas, éste es el problema que tienen muchos grupos cristianos hoy en día. Muchos de los que se llaman pueblo de Dios, muchos de los que se denominan grupos cristianos, ya se han separado del Cuerpo. (Espero no ofender a estas personas al decir esto. Nuestro espíritu debe ser recto. Delante de Dios, debemos saber que esto es algo triste y no es un motivo de regocijo, pero tenemos que tener bien claro cuál es nuestra posición delante de Dios.) Cuando algunos hermanos y hermanas desean volver al Cuerpo de Cristo, estos grupos afirman entonces que esos que quieren dejarlos son los causantes de división. Ellos no se dan cuenta que todos los que pertenecen a grupos divisivos y que se niegan a dejar dichos grupos, ellos mismos son divisivos.

 

3. Es correcto destruir la unidad de las divisiones. Rogamos a Dios que abra los ojos de estas personas para que puedan ver que el Cuerpo de Cristo es uno y que estos grupos están divididos. En 1934 había mil quinientas denominaciones grandes en el mundo. Hay muchos grupos que se autodenominan la Iglesia de Jesucristo. Y todos ellos han reducido los límites del Cuerpo de Cristo. Uno de ellos es una pierna y el otro es una mano. Ellos han dividido el Cuerpo de Cristo, Su Iglesia. Hoy en día algunos hermanos y hermanas desean retornar a los límites del Cuerpo y tener comunión en el Cuerpo. De inmediato, otros se levantan para protestar, afirmando que están destruyendo la unidad. Si alguien le dice a usted que usted ha quebrantado la unidad, usted deberá contestarle diciendo que usted ha quebrantado la unidad de las divisiones, pero que no ha quebrantado la unidad del Cuerpo de Cristo. Es correcto afirmar que hemos quebrantado la unidad de las divisiones. No se puede formar parte de la unidad mayor a menos que primero se destruya la unidad menor.

4. Es necesario salir de las unidades menores para ser partícipes de la unidad mayor. La unidad cristiana es tan estrecha como el Cuerpo de Cristo. Todo cuanto sea extraño al Cuerpo de Cristo, Su Iglesia, jamás deberá ser introducido en él. Asimismo, puesto que la unidad cristiana se circunscribe a límites tan amplios como los del Cuerpo, cualquier clase de “unidad” cuyos límites sean más reducidos que los del Cuerpo, tampoco puede ser considerada como la unidad cristiana. Cuanto más celo usted ponga en guardar esta supuesta “unidad”, más será partícipe de una división. Cuanta más intimidad haya logrado entre usted y su grupo de hermanos, más sectario y faccioso estará siendo usted.

 

Es necesario que salga de esa “unidad” reducida, para ser partícipe de la unidad mayor. Si usted quiere ser partícipe de la unidad mayor, tiene que abandonar cualquier otra unidad menor. No debemos pensar que la unidad es necesariamente buena en sí misma, tenemos que preguntarnos de qué clase de unidad se trata. No digan que basta con estar unidos. La única unidad que es lo suficientemente buena es la unidad del Cuerpo. Los cristianos no deben aprobar ninguna unidad que sea más reducida que la unidad del Cuerpo. Ninguna unidad debe ser menos que el Cuerpo. Todo lo que sea más reducido que el propio Cuerpo de Cristo no es aceptable para Dios.

 

E. En qué consiste la división. La palabra que se traduce “división” o “secta” en el idioma griego es hairesis. Esta palabra se utiliza nueve veces en la Biblia. En el libro de Hechos se utiliza en seis ocasiones y se traduce como “secta”, tal como la secta de los saduceos, la secta de los fariseos y la secta de los nazarenos. En las epístolas, se usa tres veces. Examinemos aquellos pasajes de las epístolas en los que se usa esta palabra.

 

1. La división puede ocurrir solamente en la Iglesia. En 1 Corintios 11:18 dice: “Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo”. Aquí dice que los corintios estaban divididos entre sí en sus reuniones. ¿Qué significa estar dividido? La división únicamente puede ocurrir en la iglesia. Corinto era una iglesia, y estos creyentes estaban en la iglesia en Corinto. Un día uno de ellos declaró: “Yo soy de Pablo”. Otro dijo: “Yo soy de Cefas”. Un tercero dijo: “Yo soy de Apolos”, e incluso un cuarto dijo: “Yo soy de Cristo”. Las palabras fueron erradas, el tono estaba errado y la actitud en su espíritu era errada. Había celos y contiendas, y era obvio que el amor de Cristo estaba ausente. Cuando se reunían, aquellos que decían que eran de Pablo se reunían en un lugar, y los que decían ser de Apolos se reunían en otro lugar. Eso era división. Cualquiera que desee acusar a otra persona de ser divisivo, únicamente podrá levantar tal acusación en la Iglesia. Esta acusación no es posible fuera de la Iglesia. Una persona sólo puede cometer el pecado de división en la Iglesia de Jesucristo; ella no puede cometer tal pecado fuera de la Iglesia. Un hombre puede amotinarse únicamente en contra de un gobierno legítimo, pero no se puede amotinar en contra de un gobierno que es ilegítimo. Una rebelión consiste en separarse de un gobierno legítimo, pero si se separa de un gobierno que no es legítimo, eso no puede ser considerado como rebelión. Por tanto, la división es algo que únicamente puede suceder en la Iglesia de Jesucristo. Tales divisiones no son gratas a Dios.

 

2. La división es obra de la carne. Gálatas 5:19-20 dice: “Manifiestas son las obras de la carne, que son: ... iras, disensiones, divisiones, sectas [hairesis ]”. Una de las obras de la carne son las sectas. En la traducción al chino de la Biblia, esta palabra se traduce como “herejía”. En el idioma griego es la misma palabra que se traduce “división” o “secta”. Aquí vemos en qué consiste la división. La división es una obra de la carne. Pablo no sólo les estaba diciendo a los Gálatas y a los corintios, sino también a usted y a mí, que la división no es algo espiritual, sino una obra de la carne. Pablo dio una descripción detallada de todas las obras de la carne. Habló de fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, contiendas, celos, etc., y también habló de divisiones.

 

A. Se le condena de la misma manera que la fornicación y la idolatría. Cuando usted les pregunta a ciertas personas: “¿Puede un cristiano cometer fornicación?”, ellos responderán con un “no” rotundo. Si usted les pregunta: “¿Puede un cristiano adorar a los ídolos?”, también le contestarán con un “no” enfático. Pero si usted les pregunta: “¿Pueden los cristianos estar divididos?”, tal vez digan: “Aun cuando ellos están divididos externamente, no están divididos en sus corazones”. Esto es como si los adoradores de ídolos dijeran: “Sólo adoramos a los ídolos externamente, no los adoramos de corazón”. No hay excusa para esto. Tanto la idolatría como la división están condenadas a los ojos de Dios.

 

B. No tener preferencias según las obras de la carne. Es extraño que algunos que se consideran a sí mismos siervos de Dios escriban libros en los que alientan a los demás a permanecer en las divisiones. Si un siervo de Dios escribiera un libro en el que alentara a los cristianos a adorar ídolos, ¿Cuál sería su reacción? Si un siervo de Dios escribiera un libro alentando a los cristianos a cometer fornicación, a ser lascivos, a perder la paciencia y a ser celosos, ¿Qué pensaría usted al respecto? Ciertamente sentiría que esta persona no es un siervo de Dios. Pero hay quienes afirman que los cristianos pueden permanecer en las divisiones, y muchos publican sus libros. Lo único que puedo decir al respecto es que hoy en día ¡los hombres están ciegos a lo que resulta abominable a los ojos del Señor! Les ruego que tengan en mente que no podemos tener preferencias según la carne. Ser sectarios, al igual que la idolatría, la fornicación, la ira y la hechicería, es una obra de la carne; todo esto pertenece a la misma lista de lo que es condenado. Tenemos que actuar de manera responsable delante de Dios y no ser tentados a regresar al sectarismo.

 

C. Cómo la palabra “secta” llegó a ser traducida “herejías”. En el idioma griego, el significado de la palabra secta está muy claro. Se traduce como “divisiones” en 1 Corintios 11:18 y como “sectas” en Gálatas 5:20. De hecho, son la misma palabra. ¿Por qué [en la versión Reina Valera, así como versión King James] esta palabra se tradujo como “herejías”? En el griego, la palabra es hairesis. Los traductores de la Biblia probablemente decidieron no traducir el significado de la palabra, sino que usaron la palabra herejías. La versión King James fue producida por la iglesia anglicana, la cual tenía problemas con este versículo porque era una iglesia estatal. Al tener ciertas reservas al respecto, se prefirió usar un término ambiguo. Probablemente los traductores sabían que ésta no era la palabra correcta; sin embargo, la usaron. Esta misma práctica puede ser detectada en las Biblias traducidas al idioma chino en las que la palabra Dios es traducida Shangdi o Shen. Las editoriales saben muy bien que Shangdi es la expresión equivocada, pero debido a que muchas denominaciones están familiarizadas con este término, continúan usándolo. Ellas publican versiones que usan ambos términos para satisfacer las necesidades de ambos lados. Puede encontrarse otro ejemplo en la traducción de la palabra bautismo. Esta palabra debiera traducirse “inmersión”, pero dado que el bautismo por aspersión era una práctica prevaleciente, las editoriales no fueron explícitas en cuanto a su traducción. Si hubiesen utilizado el término inmersión, esto hubiese suscitado controversias. Pero los que saben griego saben que la palabra “bautismo” significa “sumergir algo en agua”; sin embargo, los traductores no se atrevieron a traducirla de esta manera. En lugar de ello, inventaron una nueva palabra inglesa, “bautismo”, la cual no significa nada en sí misma y mantiene al lector en oscuridad con respecto al verdadero significado de esta expresión. Esta palabra es una transliteración de una palabra foránea. El mismo principio se aplica a la traducción de la palabra hairesis. Al traducir esta palabra como “secta” o “división” y llamar al sectarismo o la división como una obra de la carne, habría generado controversia. Esta fue la razón por la cual se utilizó la palabra herejías en lugar de las otras palabras. Esta palabra evitó que el lector comprendiera el verdadero significado del texto original. De hecho, la palabra herejía no es una palabra inglesa. Ninguna persona de habla inglesa sabe lo que esta palabra realmente significa. Conozco a dos hermanos que trabajaban para la “Librería Evangélica”, quienes estuvieron involucrados en la traducción de la Biblia. Ellos simplemente hicieron una transliteración de la palabra baptizo y colocaron los caracteres ba-di-zo en su lugar. Me temo que ni una sola persona en China sabe qué significa ba-di-zo, ni si ello significa inmersión o aspersión. Nadie sabe qué significa la palabra ba-di-zo y, por ende, tanto el grupo que propugna la inmersión, como el grupo que practica la aspersión, están contentos. Esto sólo pone en evidencia la infidelidad humana. Una ligera lectura de algunas otras traducciones le serviría para darse cuenta de que la palabra hairesis en realidad significa “secta” en el inglés. Pero debido a que se tenían ciertas reservas, se usó en su lugar la palabra “herejías”, y desde entonces todos han estado en la oscuridad en cuanto al verdadero significado del término original. La palabra griega hairesis se convirtió en el anglicismo heresy en 1611, y la palabra heresy, herejía, ha estado con nosotros durante los últimos trescientos años. Para cuando los chinos tradujeron esta palabra, llegó a ser i-duan, que significa herejía, una palabra más bien ambigua. Podría darle otros ejemplos de semejantes transliteraciones de palabras al inglés.

 

D. No es posible guardar la unidad en las sectas. Las herejías son sectas y son consideradas por Dios como obras de la carne. Por tanto, no podemos guardar la unidad de las sectas, porque ellas se han desviado de la palabra de Dios. Tenemos que guardar la unidad cristiana, pero no la unidad de las sectas. Quebrantamos nuestra unidad cristiana si nos mantenemos en unidad con las sectas.

 

3. Las sectas traen destrucción repentina sobre los hombres. En 2 Pedro 2:1 dice: “Pero hubo también falsos profetas entre el Pueblo, como también entre vosotros habrá falsos maestros, que introducirán secretamente herejías [sectas] destructoras, y aun negarán al Amo que los compró, acarreando sobre sí mismos destrucción repentina”. Las sectas traen destrucción. Ellas son introducidas mediante los falsos maestros. Nosotros, quienes pertenecemos a Dios, tenemos que aprender a mantener en alto la unidad cristiana delante de Dios. Entendámoslo, los falsos maestros, se desviaron de la Enseñanza de los Apóstoles y Profetas, para formar sus propias sectas, las cuales ellos llaman: “iglesias de Jesucristo”. La Iglesia de Jesucristo tiene que enseñar y practicar la enseñanza de los Apóstoles y Profetas sin quitarle ni añadirle. Las sectas hacen todo lo contrario. Por eso, no son el Cuerpo de Cristo. No debemos mantener ninguna unidad que sea más reducida que la unidad cristiana.

 

V. LA UNIDAD NO ES UNA OBRA ECUMÉNICA. A. Los hijos de Dios tienen la noción general de que la unidad es necesaria. Después que una persona se da cuenta de que las sectas llevan a la destrucción y que Dios las condena, comienza a ver la necesidad de unidad entre los cristianos. A muchas personas les parece que el sectarismo y la división son incorrectos, que ellas debieran tener comunión con todos los hijos de Dios y que tal comunión debe ser tan amplia como el Cuerpo.

 

Me parece que durante los últimos diez años esta noción se ha generalizado bastante en China. El año pasado alguien me escribió diciéndome: “Aunque no podemos concordar con sus enseñanzas en contra del sectarismo, sentimos que es conforme a la verdad y es correcto que los cristianos sean uno”. Esto fue escrito por uno de los líderes del cristianismo. Hoy en día muchos líderes del cristianismo sienten que deben darle la debida importancia a la unidad cristiana y no a la unidad de las sectas.

 

B. El ecumenismo: un hogar transitorio para la unidad. Sé que durante años recientes muchos han estado enfatizando la unidad. Pero lo que han generado es una especie de movimiento ecuménico, el cual no constituye un retorno a la unidad del Cuerpo. Es una unidad manufacturada por los hombres. No es sino una obra ecuménica o interdenominacional. El ecumenismo no hace más que aminorar las distinciones que diferencian a las denominaciones. Personalmente, siento que esta clase de unidad es sólo un hogar transitorio; ninguna de las partes logrará recorrer el camino que lleva a la casa.

 

C. Es necesario que los cristianos sean absolutos. Permítanme hablar con franqueza: Si es correcto ser sectarios, debemos apoyar tal práctica, pero si es incorrecto, debemos destruir tal práctica. ¿Qué hacen los hombres ahora? Ellos dicen que no hay nada de malo con las divisiones o las sectas, sin embargo, se oponen a ellas. Otros están de acuerdo en que es incorrecto ser sectarios, pero tratan de mantener dicha práctica. Por un lado, son reacios a renunciar al sectarismo; por otro, están en contra de ello. Quieren tener contentas a ambas partes, y desean mantener la comunión con ambos grupos. Esta actitud no es propia de un cristiano. Si el deseo del Señor es que Sus hijos participen de la comunión del Cuerpo, debemos desechar toda otra comunión y únicamente practicar la comunión del Cuerpo. A ellos les digo: Si a ustedes les parece que las sectas son necesarias, entonces deben hacer lo que puedan por sustentarlas. Tal vez su conducta sea equivocada, pero por lo menos su intención será la correcta. Los cristianos no deben ser fluctuantes en cuanto a su postura. Un cristiano tiene que ser fiel y absoluto en todo cuanto hace. Si el sectarismo es correcto, debemos ser sectarios cueste lo que cueste. Si es incorrecto, debemos oponernos a éste a cualquier precio.

Lo peor es tener un hogar transitorio. Por un lado, ellos admiten que es erróneo ser sectarios; por otro, son renuentes a abandonar tal práctica y se esfuerzan por mejorarla. Admiten que es erróneo que existan denominaciones, pero tratan de organizar afiliaciones ecuménicas. No están claros con respecto a la postura que están adoptando. Ésta no es la manera cristiana de hacer las cosas. Un cristiano jamás debiera ser uno que cambia de parecer todo el tiempo. Si algo es correcto, debe haber una manera apropiada de manejarlo. Si algo es incorrecto, debe haber también una manera apropiada de manejarlo. Cualquier clase de concesión o reconciliación es errónea. Un cristiano debe ser una persona que hace las cosas de una manera absoluta. Si es correcto ser sectario, se debe defender tal práctica; si es incorrecto, se la debe condenar. No puede haber ninguna concesión o reconciliación.

 

D. Las afiliaciones ecuménicas tienen el Cuerpo como sus límites,
mas permiten que se siga siendo sectario. Ya nos hemos referido a las diversas clases de unidad. Una de ellas es aquella cuyos límites sobrepasan los del Cuerpo; en ella se recibe incluso a la cizaña. Otra clase tiene límites más reducidos que el Cuerpo; es una organización, una secta. Y otra clase de unidad tiene límites que son tan amplios como el Cuerpo de Cristo, pero dentro de estos límites existen recuadros que se segregan mutuamente. Es como un tablero de ajedrez. Sus límites son tan amplios como los del Cuerpo de Cristo, pero dentro de ella hay sectas, cada una de las cuales se preocupa de lo suyo dentro de su propia esfera. Esta es la unidad organizada, no la unidad propiamente dicha; es una afiliación a cierta unidad, no la unidad misma. Si bien los límites de esta clase de comunión son tan amplios como el Cuerpo, todavía existen muchas sectas en esta comunión. Según las estadísticas de 1930, había por lo menos unos mil quinientos de estos pequeños “cuadrados”.

 

Si la Iglesia debería dividirse en sectas, ciertamente Dios lo habría dicho en la Biblia con toda claridad. Pero en la Biblia Dios nos dice que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Sólo existe un Cuerpo, y todos los miembros del Cuerpo están unidos a este Cuerpo. Ésta es la única manera de seguir avanzando. Incluso una máquina o un automóvil no pueden dividirse. Si se divide, no podrá desempeñar su función. Hoy en día muchas sectas están pugnando por unirse entre sí. Me siento obligado a mostrarles cuál es el terreno en que se basan tales límites ecuménicos.

 

E. El Cuerpo no tiene una organización como su unidad básica. La Biblia dice que el Cuerpo está compuesto de miembros. Por tanto, los miembros son la unidad básica del Cuerpo. Hoy en día, los obreros del ecumenismo ven el Cuerpo de Cristo, pero no están dispuestos a pagar el precio para tomar la comunión del Cuerpo. Enfatizan el Cuerpo de Cristo, pero el Cuerpo del cual hablan no tiene a los miembros como su unidad básica, sino a las organizaciones. La unidad básica de la comunión cristiana debe ser los propios cristianos. Son los cristianos los que se unen para formar el Cuerpo. Pero las afiliaciones ecuménicas de hoy toman como unidad básica ciertas organizaciones. En otras palabras, si hay cinco mil denominaciones en todo el mundo, ellos dicen que existen cinco mil unidades básicas en el Cuerpo. Esto sólo puede ser llamado una comunión de organizaciones.

 

La comunión, en la Biblia, considera a los cristianos individuales como su unidad básica. Yo soy un creyente y usted es un creyente. Espontáneamente nosotros dos tenemos comunión. Otra persona es creyente y, como creyente, usted tendrá comunión con ella también. La comunión siempre se lleva a cabo con base en individuos. Los obreros del ecumenismo de hoy, apilan a los creyentes en organizaciones y luego unen a las diversas organizaciones. Este es un elemento adicional que ha sido añadido a la comunión del Cuerpo de Cristo.

 

F. Las organizaciones dan lugar a la carne. La Biblia reúne a todos los hijos de Dios en el Cuerpo de Cristo. Juntos ellos expresan Su Cuerpo aquí en la tierra. Pero hoy en día, los hombres han unido a aquellos que son de la misma opinión, las mismas creencias y de los mismos puntos de vista. Han unificado a aquellos hombres que respetan a ciertas personas y los han convertido en organizaciones. Un paso adicional que han dado, es tratar de formar asociaciones de las diferentes organizaciones. En realidad, ellos primero están dividiendo para aceptar la voluntad del hombre y luego uniéndose para aceptar el propósito de Dios. De este modo, ¡piensan que han logrado complacer a ambas partes! Se tolera la práctica carnal de ser sectarios, mientras que en apariencia, se consigue la unidad cristiana. Esto es lo que son las afiliaciones ecuménicas. Reitero con el mayor énfasis, que el único propósito para hacer esto es el de dar lugar a la carne. El Señor nos ha mostrado que la división es una obra de la carne.

Hermanos y hermanas, no tienen que ir a las denominaciones para descubrir que ser sectarios es una obra de la carne; lo descubrirán en ustedes mismos. Si tienen que ir a otros lugares para descubrir tal cosa, yo pondría en duda vuestra espiritualidad delante de Dios. Los seres humanos tienden a la división. A todos les gusta separarse de otros hermanos y hermanas de acuerdo a su propia voluntad. Hoy en día a muchos les gusta, por un lado, mantener las denominaciones, mientras que por otro, tratan de lograr alguna forma de unidad. ¡Esto es contradictorio! Piensan que el sistema de denominaciones puede continuar y procuran mantenerlo. Pero luego, se unen a las afiliaciones ecuménicas debidos a que su conciencia les molesta. Esto es dividir el Cuerpo primero, para luego tratar de unirlo.

 

G. La unión ecuménica es el producto de tener una conciencia bajo condenación. Si usted intenta dividir el Cuerpo en denominaciones y luego unirlo, ¡el Cuerpo se ha desvanecido! Unir algo después de haberlo cortado en pedazos resulta en una mera asociación y no en el Cuerpo. No debieran pensar que tendrán la misma persona después de haberla cortado en pedazos para luego juntar las piezas. Esto no es posible. ¡La vida se ha desvanecido! Es tonto cortar el Cuerpo en cientos de denominaciones para luego unirlas nuevamente! Eso no es el Cuerpo. Eso es simplemente una unión de diversas organizaciones. Espero que ustedes se percaten delante de Dios del error de dividir el Cuerpo de Cristo en muchas denominaciones. Cuando los miembros están juntos, ellos son el Cuerpo, y cuando los miembros están separados, son los miembros. Esto es todo lo que sabemos. Además de estas dos cosas, el Cuerpo y los miembros, no existe ninguna organización intermedia. No es posible agrupar a los miembros en muchas organizaciones para luego unir todas esas organizaciones en un Cuerpo. Este tipo de unificación ecuménica no es el Cuerpo de Cristo, sino una organización humana. Es el producto de tener una conciencia que está bajo condenación.

 

VI. CÓMO MANTENER LA UNIDAD ¿Cómo entonces debemos mantener la unidad? Si la Iglesia en Foochow aceptase como miembros a  incrédulos, dejaría de ser la Iglesia. Tendríamos que llamarla secta y deberíamos abandonarla. Supongamos que algunas iglesias están compuestas íntegramente por creyentes, mas persiste en ellas un elemento sectario. Nosotros tenemos que abandonar tales grupos también. Luego, están aquellos que juntan varias organizaciones para formar afiliaciones ecuménicas más grandes. Esto es también la obra de la carne, y también tenemos que abandonarlas. A. Nuestra postura debe ser permanecer firmes en el Cuerpo de Cristo. Si hemos de ser la Iglesia en Foochow hoy día, sus límites tendrán que ser tan amplios como el Cuerpo de Cristo. Que esto sea del agrado de los demás o no, eso es asunto de ellos. Que otros tomen este camino o no, es asunto de ellos. Pero aquellos que deseen tomar este camino deben ser fieles en tomar una postura firme; jamás pueden ser sectarios. Jamás deben admitir intencionalmente a ningún incrédulo entre ellos ni deben reemplazar el Cuerpo con organizaciones ecuménicas. Este es el principio fundamental. Tenemos que permanecer firmes sobre el terreno del Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo determina los límites de la Iglesia. Este es el camino que escogemos hoy. Este es el único camino que los hijos de Dios deben de tomar en todas las localidades.

 

Tenemos que tener bien en claro qué posición debemos tomar. No podemos ser ni sectarios ni divisivos. No debemos tener como miembro de la Iglesia a incrédulos entre nosotros, y no podemos reemplazar el Cuerpo de Cristo con las organizaciones ecuménicas. Las organizaciones ecuménicas nos hablan de que la luz opera, pero que se carece de la fuerza para obedecer a esta luz. Nos indican que se posee el conocimiento de la voluntad de Dios, pero que se es renuente para llevar a cabo dicha voluntad. Se cuenta con la revelación de Dios, pero se fracasa al no ponerla en práctica. Tales organizaciones no son sino un hogar transitorio. Dios nos ha colocado en una posición diferente, la posición que todos los hijos de Dios deben tomar para reunirse. Pero otros no vendrán a nosotros. No estamos diciendo que los demás deben reconocer que somos lo que decimos que somos. Simplemente decimos que nosotros hemos optado por el Cuerpo de Cristo.

 

B. Reconocer la casa de Dios. Admitimos que hay hermanos y hermanas en las divisiones, en las iglesias estatales y en las organizaciones ecuménicas. Si ellos son fieles, deberán venir al hogar; deberán adoptar la misma postura que nosotros hemos tomado: optar por el Cuerpo. Hoy en día nuestra puerta está abierta para ellos. Sin embargo, no tenemos otra opción que mantener nuestra posición. ¿Cuál es la situación en estos días? Es como la de una familia en la que dos hermanos jóvenes han sido secuestrados. La familia no puede disolverse simplemente porque dos hermanos han sido secuestrados. Todavía están presentes el padre, la madre y los otros hermanos y hermanas. La familia no puede disolverse. Sin embargo, tenemos que decir que ahora no hay paz en la familia, porque dos hermanos han sido secuestrados.

 

Aquellos que han sido secuestrados están temporalmente alejados de la familia. Sin embargo, los otros hermanos que están en casa deben de tener un corazón ensanchado. Ellos no deben excluir a sus hermanos simplemente porque han sido secuestrados, sino que deben aprender a abrir sus puertas y corazones a ellos. Siempre que los que han sido secuestrados retornan al hogar, deben ser recibidos con los brazos abiertos. Gracias a Dios, puede ser que ellos retornen por un corto tiempo o que retornen para siempre. Tal vez hayan vivido deambulando por mucho tiempo, pero hemos de decirles que ésta sigue siendo su casa. No podemos cerrarles las puertas simplemente porque nos hayan dejado.

 

Hay quienes han dicho que demasiada gente está deambulando en las denominaciones hoy en día, y por eso la Iglesia de Dios se ha disuelto y ha dejado de existir. Pero los hijos de Dios en la tierra no pueden disolverse, no pueden dejar de existir. Hoy en día tenemos que esforzarnos al máximo por mantener en alto nuestro testimonio. Nuestro Padre está aquí, nuestro Señor está aquí y el Espíritu Santo está aquí. Siempre y cuando los tengamos a ellos, ¡eso basta! Mientras seamos tres o cinco hermanos, eso es suficiente. Dos o tres hermanos son suficientes para testimonio. En algunos lugares, ¡incluso tenemos más que esto!

 

C. Debemos aprender a no ser arrogantes sino humildes. Jamás se jacte diciendo: “Yo ya tengo un hogar. No me importa si los demás hermanos están deambulando allá afuera”. Hay algo que está mal en nuestra familia si es que no sentimos esta pérdida. Mientras haya un hermano o hermana deambulando por las denominaciones, nuestro corazón debería sentir dolor; deberíamos estar tristes. Debemos tener siempre dos actitudes: Por un lado, tenemos que defender y mantener nuestra postura; por otro, no debemos ser arrogantes. Tenemos que permanecer firmes sobre el terreno apropiado y perseverar en ello. No obstante, al mismo tiempo que mantenemos tal postura, nuestro corazón no debe elevarse. Jamás hay que decir: “Nosotros somos la familia, estamos satisfechos”. Tenemos que recordar que todavía hay otros miembros de la familia que están deambulando afuera. Tenemos que humillarnos y aprender a hacer peticiones por ellos. Oramos que todos ellos vengan al hogar. La puerta siempre está abierta para ellos. Ya sea que ellos vengan al hogar para siempre o por breve tiempo, tenemos que mantener nuestra postura como familia. Jamás debiéramos estar tan equivocados que lleguemos a pensar que la Iglesia ya no existe. ¡No hay que dar cabida a tal cosa!

 

VII. LA BASE DE NUESTRA UNIDAD: EL JUICIO. Finalmente, quisiera que recordaran algo: la unidad del Cuerpo no es solamente la unidad entre los cristianos, sino también la unidad con Dios y con Su presencia. A. La presencia de Dios trae Su juicio. En el Antiguo Testamento, cada vez que la presencia de Dios era manifestada, Su juicio también era ejecutado. La presencia de Dios significa que el juicio está presente. Dios es santo. Allí donde no se siente Su presencia, no surge el asunto del juicio, pero tan pronto se tiene la presencia de Dios, el juicio está presente. Si deseamos guardar la unidad cristiana, tenemos que mantener Su presencia. Su presencia significa juicio y ley. Él ejecuta juicio en todo aquello que está errado. Allí donde Su presencia está ausente los requisitos no son rigurosos, pero donde se manifiesta Su presencia, ningún pecado puede ser tolerado. Si la Iglesia tolera el pecado y encubre ciertas cosas, no existe posibilidad de mantener unidad alguna.

 

B. Abandonar los pecados es la base de la unidad. Quisiera dirigir su atención al asunto de la base de nuestra unidad. Esto es fundamental. La base de nuestra unidad es abandonar los pecados. Por favor, tengan presente que los hijos de Dios están divididos hoy en día debido al problema de los pecados. El asunto de los pecados es algo que siempre está implícito. Debido a los muchos pecados, hay muchas divisiones. En muchos de los hijos de Dios se da un malentendido fundamental: piensan que la paciencia y la comprensión son la base de la unidad. No hay tal cosa. La Biblia jamás considera la paciencia o la comprensión como base de la unidad. El hecho de abandonar los pecados es lo que la Biblia siempre ha tomado como base para nuestra unidad.

 

Cualquiera que desee tener comunión con Dios tiene que andar en la luz. Tendremos comunión los unos con los otros si estamos en la luz. Podemos decir que la comunión es la base de nuestra unidad, pero la base de nuestra comunión es el hecho de tomar medidas con respecto a nuestros pecados y a eliminarlos. Cuando todos estamos en la luz de Dios, tenemos comunión unos con otros. Aparte de esto, no hay comunión. En 2 Corintios 6 se nos muestra que cuando nos apartamos “de en medio de ellos”, Dios llega a ser nuestro Padre y nosotros llegamos a ser Sus hijos (vs. 17-18). La comunión de Dios con nosotros está basada en nuestra separación. No mantengan los lazos naturales del hombre a expensas de la comunión con Dios. ¡Esto es algo en lo que muchos han fracasado!

 

A los ojos de Dios, ¿Quienes son los vasos de honra? Son aquellos que se han limpiado de lo que es deshonroso. Si un hombre se limpia de lo que es deshonroso, llega a ser un vaso para honra. Aquellos que invocan el Nombre del Señor tienen que alejarse de toda injusticia. Únicamente aquellos que abandonan toda injusticia pueden invocar el nombre del Señor. Si un hombre se purifica, llega a ser un vaso para honra. Si un hombre es vaso para honra, podrá seguir la justicia, la fe, el amor y la paz con los que de corazón puro invocan al Señor (2 Ti. 2:22). Únicamente quienes desenvainan sus espadas y asumen una postura firme, poniéndose del lado de Dios a fin de matar a sus propios hermanos, están calificados para ser levitas (Éxodo. 32:26-28).

 

C. Pagar un precio para guardar la unidad. Los límites de la unidad sólo serán guardados a cierto costo. No piensen que podrán ser uno al tener más amor y comprensión. No es así. La base de la unidad es quitar el pecado. Todo cuanto insulte la unidad cristiana tiene que eliminarse. Hoy en día, la falta de unidad entre los cristianos no se debe a que carezcan de amor, sino porque el pecado no ha sido quitado de su medio. Es verdad que son muchos los que tienen paciencia y afecto humanos, pero estas cosas no sirven para lograr la unidad.

 

En nuestros días, si Dios le abre los ojos a una persona para que vea el Cuerpo, los límites de la Iglesia y la unidad entre los cristianos, y si esta persona se desenreda de toda tolerancia y afecto humanos, ella espontáneamente dará un paso hacia adelante en su búsqueda del Señor. Si usted no puede avanzar, únicamente puede culpar a sus propios ojos porque carecen de luz y a su corazón porque no es lo suficientemente sencillo. No le eche la culpa a quienes no han podido avanzar. Usted tiene que comprender que sólo aquellos que anhelan apartarse de sus pecados, injusticias y deshonra, y que están dispuestos a renunciar al afecto de los hermanos para asumir una postura firme en pro del Cuerpo, tendrán ojos para ver. Hoy en día, no importa cuántos sean los que le reciban con afecto humano abrazándole y hablándole de unidad. Todavía es usted el que tiene que pagar el precio; tiene que alejarse de toda injusticia. Tiene que ver el Cuerpo de Cristo. Usted tiene que sacrificar el amor y afecto humanos. Una vez que los sacrifica, espontáneamente será uno con aquellos que han adoptado la misma postura. La base de la unidad consiste en renunciar a toda injusticia, no en tolerar ni soportar la injusticia.

 

En todas partes encontramos injusticias, ofensas y transgresiones en contra del Cuerpo de Cristo. Sin embargo, si una persona es fiel y obediente, usted puede unirse a ella. Pero si usted desea guardar cualquier otro tipo de unidad, prepárese a ser contaminado con pecados e injusticias. Si usted hace eso, por supuesto que podrá ser uno con aquellos que practican tales cosas.

 

D. La unidad entre los hijos de Dios se hace realidad cuando todos
se levantan a condenar los pecados.
Mucha gente condena a los que se han apartado de ellos acusándolos de no poseer suficiente comprensión, amor o paciencia. Pero no es así, no es que aquellos que se apartaron carezcan de paciencia; más bien, los que no se han apartado carecen de obediencia. Aquellos que se han ido no están carentes de amor; sin embargo, aquellos que se quedan no tienen suficiente luz delante de Dios. No es que quienes se apartan hayan endurecido su corazón, sino que aquellos que se quedan están vacilando delante de Dios. Si todos los hijos de Dios toman la firme determinación de condenar el pecado, habrá unidad en nuestra comunión cristiana. Si todos ellos juzgaran el pecado, habría unidad cristiana. Si todo el Pueblo de Dios se sujetara a Dios, veríamos la unidad del Cuerpo. De manera espontánea, la carne, las sectas y las divisiones desaparecerían, y los hijos de Dios serían uno.

 

La base de la unidad no es la tolerancia al pecado. La base de la unidad es el juicio sobre el pecado. No existe la posibilidad de que haya unidad entre aquellos que juzgan el pecado y aquellos que no lo juzgan. Si usted quiere ser uno con todos los hijos de Dios, tiene que asumir una postura firme junto con todos los hijos de Dios en cuanto a juzgar el pecado. Si ellos juzgan el pecado pero usted no, ¿Cómo podría usted ser uno con ellos? Los que se apartan no están equivocados; son los que se quedan los que están equivocados. Aquellos que juzgan el pecado están en lo correcto; son uno con todos aquellos que, en todo el mundo, condenan el pecado. Nosotros rogamos a Dios que tenga misericordia de aquellos que rehúsan condenar el pecado, de modo que también ellos tomen la firme determinación de condenar al pecado. Le rogamos a Dios que les muestre que la unidad y la luz son posibles únicamente en un ámbito aparte de las organizaciones, los métodos, las asociaciones y las sectas. El Cuerpo de Cristo es la única esfera en la que es posible la unidad entre los hijos de Dios.

 

Hermanochencho777@hotmail.com

 

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