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  ¿PORQUE INVOCAMOS: OH, SEÑOR JESÚS?
 


¿PORQUE INVOCAMOS: OH, SEÑOR JESÚS?

 

MINISTERIO PROFÉTICO: ABRIENDO LOS OJOS

Por Cheng Chou

 

Y conocerán la verdad (la Sana Doctrina de Dios enseñada por Jesús y Sus Apóstoles) y ella te hará libre de: doctrinas de demonios, de mandamientos de hombres y de las anulaciones de ciertas practicas apostólica de la Sana Doctrina, que la mayorías de maestros bíblicos han hechos.

 

En el Viejo Testamento, solo el Pueblo de Dios, Israel, invocaba el Nombre de Jehová. “Si se humilla Mi Pueblo, sobre el cual Mi Nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”. (Crónicas 7:14)  

Y en el Nuevo Testamento, solo las Iglesias de Jesucristo invocaban en voz alta Su Nombre. “Y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan Tu Nombre”. (Hechos 9:14) Y en este tiempo, solo las Iglesias locales, establecidas con la Enseñanza de los Apóstoles y los Profetas, invocan en voz alta el Nombre del Señor Jesús.

 

Definición de la invocación del Nombre del Señor Jesús. 

Algunos cristianos creen que invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús, es lo mismo que orarle a Él. Pero la realidad es, que invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús es diferente a orarle a Él. Es cierto, invocar en silencio el Nombre del Señor Jesús, es una clase de oración al Señor Jesús. 

El idioma hebreo, define la palabra: “invocar”, como: Vocear y gritar, llamando a una persona por su nombre esto es exclamar. 

El idioma griego, define la palabra invocar, como: Llamar. Entonces, invocar el nombre de una persona significa. “Llamar a una persona por su nombre en voz alta. En otras palabras, es llamar a una persona audiblemente. A pesar de que una oración puede hacerse silenciosamente, el invocar el Nombre del Señor Jesús, debe hacerse audiblemente, en voz alta.

 

El invocar el Nombre de Jehová en el Antiguo Testamento. 

Invocar el Nombre de Jehová también significa: Llamarle, gritarle en voz alta. El Profeta Jeremías invocó el Nombre de Jehová diciendo: (Lamentaciones 3: 55-57) “Jehová, Tu Nombre invoqué desde la cárcel profunda, 56 y oíste mi voz. ¡No escondas Tu oído del clamor de mis suspiros!, 57 pues te acercaste el día que te invoqué y dijiste: No tema”.  Para que Dios oyera su voz, Él tenía que llamarle en voz alta. Esto prueba, que invocar es: llamar a Jehová o a una persona por su nombre en voz alta.

 

Habrá momento en la vida de un cristiano, que necesitará invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús.  Es un momento que se nos presenta a cada cristiano en la vida diaria. Donde el único que puede socorrernos es el Señor Jesús. Por eso, tenemos que invocar, diciendo: Oh, Señor Jesús, a cada momento y diariamente como lo hacía el rey David.

 

Aprender a Invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús, es una necesidad para cada cristiano. Tarde o temprano, a cada cristiano le tocará Invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús. Pues, no existe un cristiano, sin pruebas, sin aflicciones, sin tentaciones y sin pasar por un momento de dolor y amargura. Es para ser confortados, consolados y liberados de todas estas cosas, que tenemos que invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús. Cuando llamamos a una persona en voz alta, la persona nos oye y viene a nosotros. Eso mismo, nos ocurre cuando invocamos en voz alta el Nombre del Señor Jesús. Cuando invocamos: oh, Señor Jesús, Él viene a socorrernos. Son miles y miles de hijos de Dios, que se han beneficiados de la presencia inmediata del Señor Jesús, cuando han invocado Su Nombre. Dios contesta nuestras oraciones cuando le oramos, pero invocar el Nombre del Señor Jesús, es algo especial. Es algo que Él mismo nos lo ordena. Dios dice: “Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrará” (Salmo 50:15)

 

El profeta Jeremías, nos da un ejemplo, de cómo invocar y como Dios oye nuestro clamor al llamarle a Él por Su Nombre. Nos dice: “Estando en lo más profundo del calabozo, invoqué el Nombre de Jehová, y Él lo oyó”. 

Tenemos que invocar al Señor Jesús mediante el clamarle a Él, para ser liberados de cualquier tipo de atadura en la cual nos encontremos atrapados. El invocar el Nombre del Señor Jesús, no es un invento de nosotros en este tiempo. Sino las experiencias que el Pueblo de Dios experimentó cuando invocó el Nombre de Jehová en diferentes circunstancias, y las experiencias que experimentaron los cristianos cuando invocaron el Nombre del Señor Jesús. Las cuales nos dejaron escritas tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.

 

Observemos, algunas experiencias, que vivieron muchos israelitas en diferentes circunstancias y épocas, y como fueron liberados por Dios en cada situación que invocaron el Nombre de Jehová. 

(Isaías 12:2-6) “He aquí, Dios es mi salvación; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es Jehová, quien ha sido salvación para mí 3 Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. 4 Y diréis en aquel día: «Cantad a Jehová, invocad Su Nombre, haced célebres en los pueblos sus obras,  recordad que Su Nombre es engrandecido. 5 Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra. 6 Regocíjate y canta, moradora de Sión; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel”

 

En estos versículos Isaías nos dice, que alabemos, cantemos, clamemos y gritemos. Todo esto iguala a invocar. El verso dos él dice, que Dios es nuestra salvación y nuestra fortaleza. Dios es todo para nosotros. Simplemente, necesitamos sacar aguas de la Fuente de la salvación. 

¿Cómo sacamos aguas de la Fuente de la salvación. Sencillamente, invocando el Nombre de Jehová audiblemente, diciendo: Oh, Señor Jehová. Luego, le pide lo que desea. 

En el verso cuatro, encontramos, que alabar e invocar a Jehová se ponen juntos. Esto significa, que cuando estamos alegres, no solo debemos alabar a Jehová, sino También invocar Su Nombres, agradeciendo los beneficios materiales y espirituales que recibimos de parte de Él. 

En el verso seis, encontramos, que clamar y gritar invocando Su Nombre, También se ponen juntos. Estos versículos prueban, que invocando el Nombre de Jehová, es  clamar y gritarle a Él. 

La mayoría de los cristianos, no invocan verdaderamente el Nombre del Señor Jesús. ¿Por qué? Porque ellos no conocen el significado del verbo invocar. 

En verdad, da mucha penas, que la mayoría de los pastores y maestros biblicos, desconozcan el significado del verbo invocar. Y como lo desconocen, no pueden enseñarles a los hijos de Dios como invocar el Nombre del Señor Jesús. Es por eso, que ellos no invocan el Nombre del Señor Jesús. 

Existen tres formas de invocar el Nombre del Señor Jesús. Primero, invocamos, cuando hemos recibido un beneficio o una bendición de parte de Dios, cuando sentimos alegrías alabamos e invocamos Su Nombre. Este tipo de invocar lo hacemos alegres y en voz alta. 

Segundo, invocamos en voz alta el Nombre del Señor Jesús, cuando estamos pasando por una prueba, una tentación, una aflicción, la perdida de un ser querido, cuando hemos sido traicionado, calumniado y criticado. Este tipo de invocar el Nombre del Señor Jesús, los hacemos en voz alta y en voz baja. Es invocar el Nombre del Señor Jesús desde nuestro espíritu. Es un invocar Su Nombre gimiendo y clamando. Es un invocar con lágrimas, gemidos indecibles y un clamor en suplicas. 

Tercero, invocamos Su Nombre, cuando nos encontramos con un hermano. Cuando un hermano o una hermana escucha: “Oh, Señor Jesús, ya sabe que es un hermano que la está saludando. Esto causa un gozo que no se puede describir. Muchos han testificados, que tan solo escuchar el Nombre de Jesús, les ha producido gozo, alegría y fortaleza.

 

Si deseamos ser liberados de cualquier aflicción, tentación, angustias, nuestro yo, nuestro orgullo, nuestro mal carácter, solo tenemos que invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús, diciendo: Oh, Señor Jesús, cambiame, no quiero actuar conforme al viejo hombre. 

Has que actúa conforme al nuevo hombre. Oh, Señor Jesús, me arrepiento de tomar decisiones solo, cuyas decisiones incorrecta me han llevado al fracaso, a la vergüenza, a pasar por diferentes pruebas, angustias y aflicciones. 

Oh, Señor Jesús, ayúdame, a caminar por la senda estrecha. 

Oh, Señor Jesús, enséñame, a ser un ejemplo en la Iglesia, en el trabajo y en la calle. Cuando haga esta oración invocando en voz alta el Nombre del Señor Jesús desde tu espíritu, sentirá la presencia del Señor, diciéndote, “No tema, Yo puedo cambiarte, ayudarte y enseñarte, si te arrepiente de tomar decisiones solo. 

Reconoce,
que tu manera incorrecta de actuar, te guían hacia el fracaso. Deja que Yo tome las decisiones por ti. Lee mis Palabras y obedécelas. Ah, y aprende a comunícales a otros tus decisiones.

 

La historia de invocar el Nombre de Jehová en el Antiguo Testamento. 

Cuando hoy, invocamos en voz alta, diciendo: oh, Señor Jesús. Muchas personas piensan, que invocar en voz alta el Nombre de Jesús es un asunto nuevo. Pero debo decirle, que invocar el Nombre de Jesús viene desde el primer siglo. Invocar en voz alta el Nombre de Jehová, viene desde la tercera generación. 

No es un invento de la Iglesia de Jesucristo en este tiempo. La práctica de invocar el Nombre de Jehová viene desde la tercera generación. 

Fue Enós, el hijo de Set que comenzó a invocar el Nombre de Jehová. (Génesis 4:26) “Y a Set también le nació un hijo, al que puso por nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el Nombre de Jehová. 

Como ya hemos dicho, invocar significa: “Llamar a Dios por Su Nombre en voz alta”. En el Antiguo Testamento invocaban a Jehová diciendo: “Oh Jehová”. 

Enós,
comprendió que el ser humano es débil, frágil y mortal. También, entendió que el socorro y la fortaleza vienen del Eterno Dios. Por eso, cuando estaba débil, afligido y angustiado, invocaba el Nombre de Jehová. Y nosotros, ¿No hemos de hacer lo mismo? Cuando nos sintamos débiles, afligidos, angustiados, murmurados, criticados, traicionados, enfermos, en pruebas, en tristezas y solitarios, es el momento de invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús, diciendo: Oh, Señor Jesús. 

Desde lo profundo de tu ser, clama, Oh, Señor Jesús. No deje de invocar y clamar, hasta que sienta la presencia del Señor Jesús. Dios es fiel y cumple todas sus promesas y Él nos dice: “Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrará” (Salmo 50:15) 

Todos los que invocaron y clamaron el Nombre Jehová Él lo oyó. “En mi angustia invoqué a Jehová y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde Su Templo y mi clamor llegó hasta sus oídos” (Salmo 18.6)

 

Oh, pero no solo fue Enós y su generación que invocaron el Nombre de Jehová, sino que También, la historia de invocar el Nombre de Jehová continua a través de toda la Biblia. 

Y podemos hacer una lista de los muchos hijos de Dios, que encontrándose en pruebas, persecuciones, escarnios, angustias, aflicciones, tentaciones, injurias, hambre, enfermedades y bendiciones, invocaban el Nombre de Jehová y Él los oía. Aleluya, porque nuestro Dios, Jehová de los ejercito oye y habla. Él nos dice: “Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrará”. (Salmo 50:15)

 

Los hijos, mientras son pequeños, siempre imitan lo que ven que sus padres hacen. 

Después que los hijos han crecidos, nunca olvidan los que los padres le enseñaron. La generación de Enós continúo invocando el Nombre de Jehová en todo el Viejo Testamento. 

Era una practica que la enseñaban los padres a los hijos, y los hijos a sus hijos. Ellos eran los únicos que invocaban el Nombre de Jehová. Ninguna otra nación invocaba el Nombre de Jehová. Solo lo hacia el Pueblo de Israel. 

En el Nuevo Testamento, solo invocaban el Nombre del Señor Jesús, las Iglesias locales establecidas por los Apóstoles de Jesucristo. Y en este tiempo, solo las Iglesias locales, establecidas con la Enseñanza de los Apóstoles y los Profetas, invocan en voz alta el Nombre del Señor Jesús.

 

El padre Abraham era un invocador del Nombre de Jehová. 

Cada vez que Jehová le daba una bendición o se le aparecía, ellos invocaban Su Nombre. Abraham, “De allí pasó a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda entre Bet-el al occidente y Hai al oriente; edificó en ese lugar un altar a Jehová, e invocó el Nombre de Jehová. (Génesis 12:8) 

Este invocar de Abraham fue de alabanza y adoración. Pues, él estaba gozoso, Dios le prometió darle la tierra de Canaán. Entonces, si Abrahan invocaba el Nombres de Jehová no debían hacerlo también sus hijos? 

Veamos. Isaac, Isaac invocó el Nombre de Jehová. “Aquella noche se le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, porque yo estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham, mi siervo. Entonces edificó allí un altar e invocó el Nombre de Jehová”. 

Job,
invocó el Nombre de Jehová diciendo: “Yo soy uno de quien su amigo se burla; uno que invoca a Dios, y él le responde; un justo e íntegro que es escarnecido” (Job 12:4) ¿Qué hacía Job cuando se burlaban de él? Él invocaba el Nombre de Jehová. 

Sansón,
era un invocador del Nombre de Jehová. “La casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí. En el piso alto había como tres mil hombres y mujeres que estaban mirando el escarnio de Sansón. 28 Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos” (Jueces 16:28-29) 

No importa en la situación en que nos encontremos, Dios está presto para escuchar nuestros ruegos cuando invocamos Su Nombre. Sansón sabía que el socorro y la fortaleza viene de Dios, por eso dijo: “Señor Jehová, acuérdate ahora de mí y fortaléceme, te ruego”.

 

Los padres y el Pueblo de Dios invocaron el Nombre de Jehová. 

Los padres: “Cuando Jacob entró en Egipto y vuestros padres clamaron a Jehová, Jehová envió a Moisés y a Aarón, los cuales sacaron a vuestros padres de Egipto y los hicieron habitar en este lugar”. (Primera Samuel 12:8) Los padres clamaron a Jehová y Él les envió los libertadores, a Moisés y Aarón. Aleluya. Gloria a Dios. Cuando invocamos Su Nombre, Él viene a socorrernos. 

El Pueblo,
invocó el Nombre de Dios. “9 Pero ellos olvidaron a Jehová su Dios y él los entregó en manos de Sísara, jefe del ejército de Hazor, en manos de los filisteos y en manos del rey de Moab, que les hicieron guerra. 10 Ellos clamaron a Jehová, y dijeron: "Hemos pecado, porque hemos dejado a Jehová y hemos servido a los baales y a Astarot; líbranos ahora, pues, de manos de nuestros enemigos, y te serviremos". 11 »Entonces Jehová envió a Jerobaal, a Barac, a Jefté y a Samuel, y os libró de manos de los enemigos que os rodeaban, y habitasteis seguros. (Primera Samuel 12:9-11) Cuando estemos estados por los lasos del enemigo, solo tenemos una opción: “Invocar el Nombre del Señor Jesús”. Jesús es nuestro Libertador.

 

El rey David, invocó el Nombre de Jehová para ser salvo de sus enemigos. “1 Dirigió David a Jehová las palabras de este cántico el día que Jehová lo libró de manos de Saúl y de todos sus enemigos. 2 Dijo: Jehová es mi roca, mi fortaleza y mi libertador; 3 Mi Dios, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio, mi Salvador. De violencia me libraste. 4 Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos. 5 Me envolvieron las olas de la muerte, me atemorizaron torrentes de perversidad. 6 Me rodearon los lazos del sepulcro. Tendieron sobre mí lazos de muerte. 7 En mi angustia invoqué a Jehová, a mi Dios clamé y escuchó mi voz desde Su Templo. Mi clamor llegó a sus oídos. (Segunda Samuel 22:1-7) ¿Ve lo que tenemos que hacer cuando estemos en angustias? David invocó el Nombre de Jehová, y Él lo oyó, y lo libró de sus angustias y de sus enemigos.

 

El profeta Jonás, invocó el Nombre de Jehová, desde el vientre de un gran pez que se lo tragó y Jehová lo escuchó: “1 Entonces oró Jonás a Jehová, su Dios, desde el vientre del pez, 2 y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; desde el seno del vientre del pez clamé, y mi voz oíste”. (Jonás 2.1-2) No importa en que situación o lugar usted se encuentre, Dios escucha sus oraciones, solo tiene que invocar Su Nombre. Nada es imposible para Dios. 

El Profeta Elías,
invocó el Nombre de Jehová, para demostrarles a los falsos profetas que le servían al dios Baal, que Dios, es el verdadero Dios, y que su dios baal, solo era un demonio que ellos adoraban a través de un ídolo, cuyo demonio, no podía competir con el Dios de Elías. Los falsos profetas eran 450, pero Elías le servía al único Dios verdadero. “23 Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno; córtenlo en pedazos y pónganlo sobre leña, pero que no le prendan fuego. Yo prepararé el otro buey, lo pondré sobre leña, y tampoco le prenderé fuego. 24 Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses; yo invocaré el Nombre de Jehová. El Dios que responda por medio del fuego, ese es Dios”. (Segunda Reyes 18:23-24)
 
Los falsos profetas se cansaron de invocar el nombre de su dios, pero él no le contestó. Sin embargo, Elías, invocó el Nombre de Jehová y Él lo escuchó. El fuego descendió del cielo, y consumió el buey y toda el agua que se le echó. Dios no deja pasar vergüenza, a todos los que de puro corazón invocan Su Nombre. El profeta 

Eliseo
también invocaba el Nombre de Jehová. Y esto lo sabían los hijos de Israel y también sus enemigos. Naamán, general del ejercito del rey de Siria dijo: “Yo que pensaba: "De seguro saldrá enseguida, y puesto en pie invocará el Nombre de Jehová, su Dios, alzará su mano, tocará la parte enferma y sanará la lepra". (Segunda Reyes 5:11) Este general sirio, sabía, que los hijos de Israel invocaban el Nombre de Jehová, y Jehová los escuchaba.
Todos estos hijos de Dios en el Antiguo Testamento, invocaron el Nombre de Jehová. 

El profeta Sofonías profetizó, que las naciones invocarían el Nombre de Dios, en la segunda venida del Mesías, Jesucristo. “En aquel tiempo devolveré Yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el Nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento”. (Sofonías 3:9)

 

El profeta Joel, profetizó, que todo aquel que invoque el Nombre Jehová será salvo. “Y todo aquel que invoque el Nombre de Jehová, será salvo; porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el resto al cual él habrá llamado”. (Joel 2:32) 

La invocación del Nombre del Señor Jesús, También fue practicada en todo el Nuevo Testamento. Esto comenzó el día que se conmemoraba la Fiesta del Pentecostés. (Hechos 2: 21) “Y todo aquel que invoque el Nombre del Señor, será salvo".

 

Invocar el Nombre de Jesús para ser salvo, se hizo una practica entre los israelitas y los gentiles. 

Ya no solo los israelitas invocaban el Nombre de Jehová, sino que también, los gentiles que recibían a Jesús como Su Salvador, invocaban Su Nombre para recibir la salvación. 

El Apóstol Pablo nos dice: “12 porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que lo invocan; 13 ya que todo aquel que invoque el Nombre del Señor Jesús, será salvo. (Romanos 10:12-13)

 

El diacono Esteban También invocó el Nombre del Señor Jesús. Mientras era apedreado sin compasión por los judíos incrédulos, no paraba de invocar el Nombre del Señor Jesús, diciendo: “Señor Jesús”, recibe mi espíritu” (Hechos 7:59) Esteban era un diacono de la Iglesia en Jerusalén. 

Entonces, si él, en un momento difícil invocó el Nombre del Señor Jesús, era porque antes invocaba el Nombre de Jesús. Todos ellos invocaban el Nombre de Jesús. Invocar el Nombre del Señor Jesús, era una practica de los Apóstoles y todas las Iglesias. 

Las iglesias apostólicas, eran conocidas porque se mantenían invocando en voz alta el Nombre del Señor Jesús. El Apóstol Pablo llevaba autoridad de los principales sacerdotes judíos para meter preso, a todos los cristianos que invocaban el Nombre del Señor Jesús en Damasco. (Hechos 9:14) Pablo invocaba el Nombre de Jehová. Ahora, con un celo religioso, persigue a los que invocan el Nombre del Señor Jesús. En el tiempo de los Apóstoles, solo había dos pueblos que invocaban. El Pueblo de Israel invocaba el Nombres de Jehová, y las Iglesias invocaban el Nombre del Señor Jesús. 

El Apóstol Pablo, todavía no había entendido, que Jesucristo era el mismo Jehová hecho carne. Luego, después de su conversión a Jesucristo, lo reconoce como el único Dios verdadero. “Cristo según la carne, desciende de los patriarcas, el cual es Dios sobre todas las cosas, benditos sea por los siglos”. Amén. (Romanos 9:5) “Guardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. (Tito2:13) Después que él entendió este gran misterio, de que Dios es el mismo Jesucristo, se convirtió en un invocador del Nombre del Señor Jesús.

 

Pablo le escribe a una Iglesia gentil: “A la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”. (Primera Corintios 1:1-2) 

Esta es una gran experiencia, el que antes perseguía a los que invocaban el Nombre de Jesús, ahora, se da cuenta, lo imprescindible que es invocar el Nombre de Jesús en cada circunstancia. Tan bien, le dice a Timoteo: “Huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz con los que de corazón puro invocan el Nombre del Señor Jesús” (Segunda Timoteo 2:22)

 

Los Apóstoles y los discípulos, siempre invocaban el Nombre de Jesús en todo lo que hacían y en todo lo que le acontecía. Es que Jesucristo es el oportuno socorro del cristiano. El cristiano necesita invocar en voz alta el Nombre de Jesucristo diariamente, porque Él suple cada necesidad de los hijos de Dios. 

Ya vimos, que invocaron el Nombre de Jesús cuando recibieron el Espíritu Santo. (Hechos 2: 21) Luego, vemos a Esteban invocar el Nombre de Jesús cuando era apedreado. (Hechos 7:59) Después, cuando ellos bautizaban le instaban a la persona a invocar el Nombre de Jesús, Y ananías le dice a Pablo; “Ahora, pues, ¿Por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando Su Nombre”. (Hechos 22:16)

 

Ya hemos dicho, que invocar significa: “Llamar en voz alta a una persona por su nombre”. Cuando usted invoca o llama en voz alta un nombre, viene la persona que le pertenece ese nombre. Por tanto, si usted invoca el Nombre de Jesús, diciendo: “Oh, Señor Jesús, ¿Quién viene? Vendrá Jesús. Sólo que no viene una persona física, sino que Él viene como el Espíritu Santo. 

La ayuda del Señor Jesús no se hace esperar una vez que lo invocamos. Encontrar a los cristianos que vivían en Damasco, no era una tarea difícil para Saulo de Tarso. Pues, los cristianos eran conocidos como: “Invocadores del Nombre de Jesús”.  Los primeros cristianos, no solo oraban al Padre en el Nombre de Jesús, sino que también invocaban el Nombre de Jesús en cualquier necesidad. Hoy, existen muchos verdaderos cristianos, pero sus vecinos no saben que ellos son cristianos. Sus amigos no saben que ellos son cristianos. Y aún sus compañeros de clase no saben que ellos son cristianos. A estos cristianos podemos describirlos como: “cristianos silenciosos”, o cristianos secretos. Pero cuando estos cristianos entiendan el significado de invocar el Nombre de Jesús, y las bendiciones que obtenemos cuando invocamos Su Nombre, todo el mundo los conocerá. 

Una vez que comiencen a invocan el Nombre del Señor Jesús, y comiencen a recibir bendiciones, no se cansarán de invocar el Nombre de Jesús. ¿Sabía usted que el Señor Jesús es rico para con todos los que le invocan? “porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que lo invocan” (Romanos 10:12) fue así como los  primeros cristianos fueron conocidos. Ellos no cesaban de invocar el Nombre del Jesús. Así que, imagínense la bulla que ellos hacían, cada vez que se reunían o se encontraban con los hermanos.

 

¿Sabe usted lo que le pasó al Saulo de Tarso cuando iba camino a Damasco, con la autoridad y la orden de apresar a todos los que invocaban el Nombre de Jesús? Él fue capturado por el Señor Jesús, y lo mandó a reunirse juntos con los que invocaban Su Nombre. El Señor Jesús le envió a un discípulo llamado: “Ananías”. Y Ananías les dijo: “¿Por qué te detiene? Levántate y bautízate y lavas tus pecados invocando Su Nombre”. (Hechos 22:16).

 

Luego, vemos, que el que antes perseguía a los cristianos que invocaban el Nombre del Señor Jesús, se convirtió en un invocador del Nombre del Señor Jesús.  Saulo, iba a damasco para apresar a los invocadores el Nombre del Señor, ellos, a pesar de la orden de arresto en su contra, no cesaban de invocar el Nombre del Señor Jesús. Ellos conocían la promesa que Dios hizo a su Pueblo: “invócame en la angustia y Yo te responderé”. (Salmo 50:15) Y como respuesta a la invocación del Nombre de Jesús, el Señor Jesús, como el Espíritu Santo vino y salvó a todos los que estaban invocando Su Nombre en Damasco. Lo que Dios promete lo cumple. Aleluya. Ellos llamaron al Señor Jesús, y el Señor Jesús vino en su ayuda. Y si usted invoca en voz alta el Nombre del Señor Jesús, seguro que Él vendrá, lo bendecirá y cubrirá su necesidad.

 

Saulo, como israelita que era, invocaba el Nombre de Jehová en cualquier necesidad. Dios lo escuchaba y le daba respuestas a sus oraciones. Ahora, después, de su conversión al Señor Jesús, iba por todas partes dando testimonio e invocando el Nombre del Señor Jesús, diciendo: “El Señor Jesús es rico para con todos los que le invocan”. Así que, si deseamos que el Señor Jesús nos conceda algo, solo tenemos que invocar Su Nombre, diciendo: “Oh, Señor Jesús. Saulo, no solo invocaba el Nombre del Señor Jesús, sino que también, instaba a los demás hermanos a invocar el Nombre del Señor Jesús en cualquier dificultad. Cada vez que Saulo estaba en pruebas, persecuciones, angustias, en presiones, en problemas en el mar, etc. Él invocaba el Nombre del Señor Jesús, y Él los libró cada vez que invocó su Nombre. Por eso, le dice a Timoteo: “Tu conoce las persecuciones y padecimientos que me sobrevinieron en Antioquia, Listra y en Iconio, pero el Señor me ha librado de todas ellas (2 Timoteo 3:10-11) ¿Qué hizo Pablo para ser librado de todas estas pruebas y padecimientos? Él dijo: “El Señor Jesús es rico para con todos los que le invocan”. Por tanto, cuando estemos en pruebas y padecimiento, solo tenemos que invocar el Nombre del Señor Jesús.

 

Pablo, enfatizó mucho el asunto de invocar el Nombre del Señor Jesús. Cuando le escribió a la Iglesia en Roma le dijo: “Porque no hay diferencia entre judíos y griegos, pues el mismo que es Señor de todos es rico para con todos aquel que le invocan, porque todo aquel que invocare el Nombre del Señor será salvo” (Romanos 10:12-13)  ¿Qué quiso decir Pablo de que ya no había diferencia entre judíos y griegos? Antes, los judíos invocaban el Nombre de Jehová, solo ellos invocaban a Jehová y Él lo escuchaba. Ahora, los gentiles convertidos al Señor Jesús, podían invocar Su Nombre y Él los escuchaba. Tanto judíos como gentiles, podían invocar el Nombre del Señor Jesús.

 

Por medio de todos los versículos que hemos leídos, observamos, que en el principio, las Iglesias establecidas por los Apóstoles, invocaban en voz alta, el Nombre del Señor Jesús. ¡Qué lamentable! Que este asunto de invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús, haya sido anulado por la mayoría de los cristianos, durante siglos y hasta el día de hoy. Pero, aleluya, aquí estamos los invocadores del Nombre del Señor Jesús. Que bueno, que el Señor Jesús está recobrando la invocación de Su Nombre, a través de las Iglesias locales. Sólo las Iglesias locales invocan en voz alta, el Nombre del Señor Jesús en este tiempo. En este tiempo, el Señor Jesús, está llamando a muchos de Su hijos del mundo y del cristianismo degradado, para recobrar la Enseñanza de los Apóstoles y sus prácticas y el asunto de invocar en voz alta, Su Nombre. En este tiempo, no somos cristianos secretos, o cristianos silenciosos. Somos los llamados para llamar. Somos los escogidos por Dios para invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús. Y por eso, no nos cansamos de invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús, como lo hizo Esteban, cuando lo estaban apedreando: “Oh, Señor Jesús. (Hechos 7:59) Esteban, solo decía: “Oh, Señor Jesús, recibe mi espíritu. No les tomes en cuenta este pecado”.

 

El propósito de invocar el Nombre del Señor Jesús. ¿Por qué un cristiano necesita invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús? Necesitamos invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús para ser salvo. (Romanos 10:13) Para ser librados de la sed y el hambre. “Alabad a Jehová, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia  2 Díganlo los redimidos de Jehová, los que ha redimido del poder del enemigo  3 y los ha congregado de las tierras, del oriente y del occidente, del norte y del sur. 4 Anduvieron perdidos por el desierto, por soledad sin camino, sin hallar ciudad en donde vivir. 5 Hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos. 6 Entonces invocaron el Nombre de Jehová en su angustia y los libró de sus aflicciones”. (Salmo 107: 1-6) Un vez más, Dios cumple lo que promete. “Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrará”. (Salmo 50:15) Cuando el Pueblo de Dios, Israel, estaba perdido por el desierto, por camino solitario, sin hallar ciudad donde vivir, hambrientos, sedientos y angustiados, invocaron el Nombre de Jehová, y él lo oyó y le suplió todas sus necesidades. Otra razón, por la que tenemos que invocar el Nombre del Señor Jesús, es para ser rescatados de cualquier tipo de angustia. El rey David sabía muy bien lo que significaba invocar el Nombre de Jehová. Por eso, dijo: “En el día de mi angustia clamaré a Ti, porque Tú me responderá” (Salmo 86:7) Claro, ya él tenía la promesa de Dios, el cual le prometió diciendo: “En la angustia me llamaste, y Yo te libré” Salmo 81:7) David invocaba el Nombre de Jehová, en cualquier necesidad. Dios le respondía, porque siempre cumple lo que promete. No importaba que tipo de situación se encontrara, él clamaba a Jehová, y Jehová le respondía. Por eso, dijo: “Amo a Jehová porque ha escuchado mi voz y mis ruegos. Por tanto, invocaré Su Nombre en todos mis días. Y añade. “Rodearome ligadura de muerte, de angustia, de dolor, de aflicción, entonces  invoqué el Nombre de Jehová, diciendo: Oh Jehová, libra ahora mi alma”.  Yo fui abatido pero Él me libró. (Salmo 116:1-7)

 

No debe obligarse a nadie a Invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús. Cada hijo de Dios, invocará el Nombre del Señor Jesús. Invocar el Nombre del Señor Jesús, es un deber de cada hijo de Dios. Y más que un deber, es una necesidad. A cada hijo de Dios le llegará el momento de Invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús. Pues, todos los hijos de Dios, tienen que pasar por angustias, pruebas, tentaciones, dolor, traición, soledad, agravios, tristezas, aflicciones, aborrecimientos y persecuciones. En ese momento solo invocando el Nombre del Señor Jesús, podrá ser librado de todas estas cosas. Por tanto, nadie debe obligar a nadie para que invoque el Nombre del Señor Jesús. El Espíritu Santo lo guiará a Invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús, diciendo: “Oh, Señor Jesús, sáname ahora”. “Señor Jesús, te amo, porque Tu oye la voz de quienes te invocan, y porque Tu eres rico para con todos los que te invocan”. “Oh, Señor Jesús, revuélveme este problema, libarme de mis enemigos, etc.”

 

Invocar el Nombre del Señor Jesús no es una mera enseñanza, ni una mera repetición del Nombre de Jesús, sino una experiencia en vida. La historia de la Biblia y nuestra experiencia, nos ha demostrado que la invocación del Nombre del Señor Jesús, en voz alta, es una experiencia individual, la cual no es meramente una enseñanza, sino una experiencia que experimentará cada hijo de Dios en cualquier momento de su vida cristiana. Todos los hijos de Dios, que se han opuesto a la invocación en voz alta, del Nombre del Señor Jesús, la mayoría, ha encontrado gracia delante de Dios, Dios los ha pasado por ciertas pruebas, y sin que nadie le diga: “Invoca en voz alta, el Nombre del Señor Jesús,”. Ellos espontáneamente lo han hecho. Y cuando Jesús los libra de la prueba, no cesan de invocar el Invocar el Nombre del Señor Jesús, en voz alta, en cada circunstancia. Esta es la experiencia del Apóstol Pablo, y de millones de hijos de Dios. El Apóstol Pablo, perseguía a los cristianos que Invocaban en voz alta, el Nombre del Señor Jesús, de casa en casa (Hechos 8.1-3) Pero, aleluya, cuando Jesús se le apareció camino a Damasco, le dijo: “Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues? Y Saulo le dice: “¿Quién eres Señor? Y Jesús le dice: “Yo Soy Jesús, a quien tu persigues” (Hechos 9:1-5). Saulo, podría argumentar: “Señor Jesús, yo no te persigo a Ti, sino a los que invocan Tu Nombre? Y Jesús le respondería: “Cuando tú persigues a los que invocan Mi Nombre, me persigues a Mí, y cuando ellos claman a Mí, Yo vengo para ayudarlo”. ¡Que le parece! después del encuentro con Jesús, Saulo, se convirtió en el invocador número uno del Nombre del Señor Jesús.

 

“¿Por qué tienen que repetir: “Oh, Señor, “Oh, Señor, “Oh, Señor,”? Tenemos testimonios, de hermanos, que cuando nos oían invocar el Nombre del Señor Jesús, se burlaban de nosotros, diciendo: “Esos son los repetidores del Nombre de Jesús”. “Esa es una nueva religión”. “¿Por qué tienen que repetir: “Oh, Señor, “Oh, Señor, “Oh, Señor,”. Pero, después de tener una experiencia negativa, en un lugar donde solo Jesús podía ayudarlo, sin pensarlo dos veces, comenzaron a invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús, Jesús lo oyó y su problema fue resuelto inmediatamente. Luego, estos hermanos, se convirtieron en invocadores del Nombre del Señor Jesús, más que nosotros. El invocar el Nombre del Señor Jesús, ya no era una mera enseñanza, ni una mera repetición del Nombre para ellos, sino una experiencia en vida.

 

Un Testimonio: “Una noche, asistí a una reunión de hogar, en la casa de un hermano, donde nos reuníamos. Allí invocábamos muchos el Nombre del Señor Jesús diciendo: “Oh, Señor Jesús”. Detrás de la casa donde nos reuníamos, vivía una hermana cristiana, ella no se reunía con nosotros. Pero oía cuando invocamos el Nombre del Señor Jesús.  Ella le comentaba a otros hermanos: “Ahí están los, Oh, Señor Jesús. A ella nadie le había explicado el asunto de invocar el Nombre del Señor Jesús. Por eso, soportábamos sus críticas y sus burlas, y le orábamos al Señor Jesús, para que tuviera misericordia de ella. Ella le decía a la hermana donde nos reuníamos: “¿Por qué ustedes invocan el nombre del Señor Jesús en alta voz? “El Señor Jesús nos es sordo, para que se le clame a Él tanto, y en alta voz”. También, decía, que eso de invocar el Nombre del Señor Jesús era un invento de nosotros. Nunca discutimos con ella cada vez que nos criticaba.

 

Pero, un día, nos contó que iba a visitar a sus padres en el campo. Y que yendo por la carretera, de pronto, se le explotó una goma del vehículo. El vehículo comenzó a ser sisa, los pasajeros comenzar a gritar y encomendarse a su santo de su devoción. Y cuando el vehículo iba de derrumbarse por un precipicio, ella se recordó, que le habíamos dicho: “En cualquier necesidad, di: “Oh, Señor Jesús, y verá que él vendrá a ayudarte”. Entonces, en ese momento, sin pensarlo dos veces, clamó diciendo: “Señor Jesús, Señor Jesús, sálvanos. Y de una manera espectacular el vehículo se enderezó y se detuvo, y todos fueron salvos. Solo se oía: “un milagro, un milagro de Dios. Dios no olvida su promesa: “Clama a Mí en tu angustia y Yo te responderé” (Salmo 50:15). Luego, cuando le preguntamos a la hermana, cual era su opinión, con respecto a invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús, después del accidente. Ella nos dijo: “En ese mismo momento, entendí, que invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús, no es una repetición, ni una enseñanza, es una experiencia en vida”.Los cristianos que Vivian en Jerusalén y en Damasco, no cesaban de invocar el Nombre del Señor, aunque había un azote, que También no cesaba de perseguirlos, apresarlos, torturarlos y hasta matarlos. ¡Oh, que angustia más terrible estaban ellos pasando! Pero, ellos insistían en la invocación del Nombre de Jesús, aún en medio de las pruebas y los padecimientos. Ellos, invocaron en voz alta el Nombre de Jesús, y Jesús vino en su ayuda, y se le apareció en persona a aquel que los perseguía, y lo bendijo convirtiendo aquel perseguidor en el vaso más usado para Su Obra y en la propagación de la invocación del Nombre del Señor Jesús. Tratar de impedir que un hijo de Dios invoque en voz alta el de Nombre de Jesús,, es como tratar de tapar el sol con solo dedo.

 

Otro testimonio. Una vez, una hermana, esposa del hermano donde hacíamos las reuniones, no invocaba el Nombre del Señor Jesús, aunque aceptaba la reunión en su casa. Su esposo le decía: “todos los problemas son resuelto cuando invocamos el Nombre del Señor Jesús”. “Invocar es vida”. “Invoca y verá lo bien que te sentirá”. Ella le decía: “Hazlo tu, yo creo que eso es una repetición”. ¿Por qué tengo que invocar en voz alta el Nombre de Jesús si el me oye, cuando le oro en silencio? Pero el hermano le decía: “Orar en silencio es una manera de orarle al Señor, pero invocar es diferente”. Ella le decía: “Para mí es lo mismo”. Entonces, un día, su esposo fue detenido para investigarlo sobre un asunto que él no tenía nada que ver. Cuando ella supo que él estaba detenido, fue a llevarle comida.  Y  preguntó por su esposo. El policía le dijo: “Sí, él está aquí, pero usted no puede verlo, déme la comida para yo llevársela. Entonces, ella, en medio de todos, sin pensarlo, invocó en voz alta, el Nombre del Señor Jesús, diciendo: “Oh, Señor Jesús. Todos se quedaron maravillados y hasta ella misma. E inmediatamente el policía le dijo: “Señora, venga a ver a su esposo”. Luego, en la reunión, la primera que comenzó a invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús fue ella. Todos quedamos asombrados. Y nos preguntábamos: “¿Qué le habrá pasado a la hermana? Ella decía, que invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús era una repetición, y que se podía invocar en silencio, y ahora, lo está invocando en voz alta. Luego, nos contó la historia que le mostramos. Aleluya.

 

¿Por qué hay millones de cristianos que no invocan en voz alta, el Nombre del Señor Jesús? Unos, no lo invocan por orgullo. Otros, por ignorancia. Otros, por el legalismo religioso que le ha impuesto la iglesia donde se reúne. Otros, no invocan en voz alta, el Nombre del Señor Jesús por vergüenza. Otros,  no invocan en voz alta, el Nombre del Señor Jesús, porque la iglesia donde se reúne, no invocan en voz alta, al Señor Jesús, y si lo hace, lo ponen en disciplina, argumentando, que es una nueva religión. Pero, cuando viene la prueba, la aflicción, la armadura, el dolor, la enfermedad, los problemas, la angustia, la soledad, etc. No hay necesidad de que se le diga, a un cristiano: “invoca en voz alta, el Nombre del Señor Jesús”. Lentamente, comenzará a invocar en voz alta, el Nombre del Señor Jesús. Sin importar donde esté, y con quienes esté. Todos lo oirán decir: “Oh, Señor Jesús, oye mi voz, Señor Jesús, sálvame, Señor Jesús socárreme, oh, Señor Jesús, sáname.”¿Qué hacía el salmista y rey David, cuando tenía problemas? Él nos dice, que invocar a Jehová, es llamarlo en voz alta, para ser rescatado de muchas cosas negativas tales como: “el dolor, la enfermedad, la angustia, la depresión, la traición, la critica, la murmuración, la prueba, etc.” “Desde la angustia invoqué a Jehová, y me respondió Jehová”. “Alabad a Jehová, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia. 2 Diga ahora Israel que para siempre es su misericordia. 3 Diga ahora la casa de Aarón que para siempre es su misericordia. 4 Digan ahora los que temen a Jehová que para siempre es su misericordia. 5 Desde la angustia invoqué a Jehová, y me respondió Jehová, poniéndome en lugar espacioso. 6 Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre. 7 Jehová está conmigo entre los que me ayudan;  por tanto, yo veré mi deseo en los que me aborrecen. 8 Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre. 9 Mejor es confiar en Jehová que confiar en príncipes”. (Salmo 118:1-8) Dios, siempre cumple Su promesa.

 

No importa, que tipo de situación esté pasando, Solo invoca en voz alta el Nombre de Jesús, diciendo: “Oh, Señor Jesús, libarme de esta situación. Y luego, de ser librado de cualquier situación negativa, vuelve a invocar Su Nombre diciendo: “Oh, Señor Jesús, te amo, porque escuchaste mi voz y mis ruegos”. Esto era lo que hacía el salmista y rey David, Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis súplicas, 2 porque ha inclinado a mí su oído; por tanto, lo invocaré en todos mis días. 3 Me rodearon ligaduras de muerte, me encontraron las angustias del sepulcro; angustia y dolor había yo hallado. 4 Entonces invoqué el Nombre de Jehová, diciendo: ¡Jehová, libra ahora mi alma! 5 Clemente es Jehová, y justo; sí, misericordioso es nuestro Dios. 6 Jehová guarda a los sencillos; estaba yo postrado, y me salvó. 7 ¡Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque Jehová te ha hecho bien!, 8 pues tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas y mis pies de resbalar. (Salmo 116:1-8) Hoy, en día, si deseamos ser libertados de todas estas cosas, necesitamos invocar en voz alta, el Nombre Jesús, diciendo: “Oh, Señor Jesús.

 

¿Qué hacer cuando hemos pecados? Cuando pecamos, necesitamos: “la misericordia de Dios, y  Su perdón. Pues, en ese momento estamos: “Tristes, menesterosos, afligidos, angustiados, con el animo en el suelo, avergonzados, solo, aunque estemos en medio de muchas personas, etc. Es en ese momento que necesitamos invocar el Nombre del Señor Jesús. El rey David pasó por esta situación, y observe, lo que él hizo: “Inclina, Jehová, tu oído, y escúchame, porque estoy afligido y menesteroso. 2 Guarda mi alma, porque soy piadoso; ¡salva tú, Dios mío, a tu siervo que en ti confía! 3 Ten misericordia de mí, Jehová, porque a ti clamo todo el día. 4 Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, Señor, levanto mi alma, 5 porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan. 6 Escucha, Jehová, mi oración y está atento a la voz de mis ruegos. 7 En el día de mi angustia te llamaré, porque tú me respondes.

 

Si yo llamo en voz alta a una persona, esa persona cuando me oiga vendrá a mí. De la misma manera, Si yo llamo en voz alta el Nombre del Señor Jesús, Él vendrá como el Espíritu Santo. Siempre que llamemos en voz alta al Señor Jesús, Él vendrá, porque está cerca de los que le invocan. Dios ha prometido estar cerca de los que le invocan, para escuchar  la voz de ellos y cumplirá sus deseos. Esa es Su promesa. “Cercano está Jehová a todos los que lo invocan, a todos los que lo invocan de veras. 19 Cumplirá el deseo de los que lo temen;  oirá asimismo el clamor de ellos y los salvará. (Salmo 145:18-19) ¿Quieres disfrutar la presencia y la bendición del Señor Jesús?  Invoca en voz alta Su Nombre, llámale, invócales mientras va condiciendo, o mientras está trabajando, o si alguien te está fastidiando, o provocándote a pleito, o si está en la casa y las cosas no están bien, invócale, porque el Señor está cerca de ti. Él escuchará tu voz y tus súplicas.

 

Requisitos para invocar el Nombre del Señor Jesús. El Señor requiere un corazón puro y limpio, para invocar Su Nombre. Pablo le dice a Timoteo: “Huye también de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”. (Segunda Timoteo 2:22) También, para invocar al Señor, tenemos que tener nuestros labios limpios. El profeta Sofonías nos dice: “En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el Nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento”. (Sofonías 3:9) Tenemos que cuidar de nuestro hablar. Porque nuestra mente es la fuente de donde salen nuestros pensamientos. Las malas palabras nos apartan del Señor en cualquier momento, nos sacan de la comunión, nos guían a los problemas, y nos meten en los problemas. Solo invocando al Señor Jesús, podemos salir de los problemas.

 

Finalmente, mi carga y mi intención al escribir este documento es simplemente, llevarle un conocimiento acerca del la invocación en voz alta del Nombre de Jesús. Contarle de las experiencias en vida, que vivieron los israelitas, cuando invocaron el Nombre de Jehová, y de nuestras experiencias, las bendiciones y ayudas, que hemos recibidos de parte del Señor, Cuando invocamos Su Nombre. Además, decirle, que este asunto de invocar en voz alta el Nombre del Señor Jesús, no es in invento de nosotros, sino que este asunto de invocar el Nombre de Jehová y el Nombre del Señor Jesús, viene desde la tercera generación.

 

Escrito por el Hermanos: Cheng-Chou 12.8.1986)

 

Hermanochencho777@hotmail. Com

 

La Iglesia de Jesucristo en Santo Domingo norte

Apartado postal B-250. Santo Domingo, D. N. R. D.

 

 

 

 

   

 

 

 
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